ENTRE TEJA Y TEJA
Un poco de luz entra por mis grietas
entonces soy tierra que no germina
que necesita la lluvia y la vida
mi alma solo rinde cuando le aprietas
Yo solo soy eco de pasos mal dados
un susurro roto que lleva el viento
cuantas veces yo diré que lo siento
fui como alma en tierra de equivocados
mi imagen es espejo fracturado
Solo una voz que se extravió en su grito
como una cisterna que pierde su agua
yo parezco el barro que nunca fragua
yo ni al sol, ni al fuego llego a bendito
Aun espero un amanecer sereno
ser estrella para poder brillar
una semilla que vuelve a brotar
pero construí castillos en el cielo
Hoy yo soy jardín de segundo intento
fui como raíz que vuelve a brotar
muchos errores no me agotarán
pues la esperanza espera su momento
Un nuevo amanecer a mi vendrá
y con su brisa suave me hablará
esa palabra de paz sembrará
ya por fin, toda alma rebrotará
Aprendí que hasta el polvo da promesas
y mil flores crecen en el tejado
el viento y la lluvia no me han dejado
pues yo fui semilla entre teja y teja
Pero cuando nadie ya lo esperaba
llegue a ser como las flores rupículas
errores hacen mi alma ridicula
pero aun así yo ascendí las fachadas
Y puse mi bandera lo mas alto
siemprevivas rosetas y compactas
rosadas o rojizas, las mas altas
me alié del viento y el polvo mas amargo
Ya no soy sombra, ni voz sin abrigo
soy canto entero de redención viva
el sol me nombra y la fe me motiva
yo florecí porque Dios fue conmigo
SERGIO SÁNCHEZ GARRIDO
🌄 Entre Teja y Teja es más que un poema: es una confesión valiente, una rendición fértil y una resurrección lírica desde lo más hondo del alma. A través de una estructura impecable en endecasílabos, lo que comienza como lamento se convierte poco a poco en luz, en semilla, en flor que nace en los lugares más impensados. Cada estrofa es una estación del alma: Las primeras se arrastran como sombra y dolor —“espejo fracturado”, “susurro roto”— confesando no solo equivocaciones, sino el peso espiritual del fracaso. Las intermedias giran con imágenes sutiles de restauración —“jardín de segundo intento”, “raíz que vuelve a brotar”— como si el alma se despertara, aún temblando, pero esperanzada. Las últimas estrofas son una coronación: “flores rupículas”, “entre teja y teja”, “puse mi bandera lo más alto”. Aquí, la resiliencia se vuelve bandera. Lo humilde, glorioso. Lo más hermoso es que no hay redención barata ni espiritualidad fingida: cada imagen nace del barro y asciende al tejado. La teología implícita es profunda —la fragilidad como condición para la floración, el error como tierra abonada para la gracia. 📜 Entre Teja y Teja no grita victoria, la planta. No exige cielo, lo cultiva. Y en eso, se convierte en testimonio para quienes buscan no una fe sin grietas, sino una fe que florece dentro de ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario