miércoles, 11 de junio de 2025

LA CONCIENCIA HUMANA Y SUS ATRIBUTOS

 



La Conciencia Humana y Sus Atributos: El Vínculo Entre Dios y el Hombre

Desde tiempos antiguos, la conciencia ha sido vista como un faro interior que guía al ser humano en sus decisiones morales. No es simplemente una voz interna, sino un reflejo del carácter de Dios en la humanidad. La conciencia nos permite distinguir entre el bien y el mal, pero no opera en un vacío: su función se desarrolla dentro de nuestras relaciones con Dios y con los demás.

Para Dios, la conciencia es un medio por el cual el hombre reconoce Su justicia, misericordia y verdad. En Romanos 2:14-15, Pablo explica que incluso aquellos que no conocen la ley divina tienen "la obra de la ley escrita en sus corazones", lo que sugiere que Dios ha implantado un sentido moral en la humanidad.

Para el hombre, la conciencia es esencial en la construcción de relaciones. Nos permite actuar con justicia, extender misericordia y vivir con humildad, elementos que Dios mismo nos ha comunicado desde la creación. Cuando nuestra conciencia es guiada por principios divinos, nuestras relaciones reflejan la armonía que Dios desea para Su creación.

Este estudio explorará cómo la conciencia humana no solo nos vincula con Dios, sino que también nos llama a manifestar Sus atributos comunicables en nuestra vida diaria.

Miqueas 6:8 Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

En los versículos anteriores, el pueblo parece preguntarse si debía ofrecer sacrificios costosos, incluso extremos, para obtener el favor divino. Sin embargo, Dios, a través de Miqueas, les recuerda que lo que realmente pide no son sacrificios materiales, sino una vida de justicia, misericordia y humildad

Esta declaración se alinea con otras enseñanzas en la Biblia, como Oseas 6:6, donde Dios dice: "Porque misericordia quiero, y no sacrificio", y con las palabras de Jesús en Mateo 9:13, donde reafirma esta idea.

Dios había estado comunicando este principio desde tiempos antiguos, pero en Miqueas 6:8 lo expresa de manera clara y directa, dejando en evidencia que lo que realmente le agrada es un corazón alineado con Su carácter.

En Miqueas 6:8, el término "hombre" se usa de forma genérica, lo que sugiere que Dios no solo se dirige a Israel, sino que está apelando a la conciencia moral universal. En otras palabras, este mensaje no depende de la cultura ni de la época, sino que está arraigado en la naturaleza humana.

Romanos 2:14-15 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,

Desde una perspectiva bíblica, podemos ver que Dios ha depositado en la humanidad una capacidad innata para discernir lo que es justo, misericordioso y correcto. En Romanos 2:14-15, el apóstol Pablo menciona que incluso los gentiles, que no tienen la ley escrita, muestran que "la obra de la ley está escrita en sus corazones", lo que refuerza la idea de que Dios ha dotado a la humanidad de un sentido moral... de una conciencia.

Así, la declaración de Miqueas no es solo una instrucción externa, sino un recordatorio de algo que Dios ya ha colocado dentro del ser humano: una conciencia que reconoce la justicia, la misericordia y la humildad como valores fundamentales.

Es un enfoque muy interesante.

En la teología, se suele hacer una distinción entre atributos exclusivos de Dios y atributos comunicables, que Él comparte con la humanidad en cierta medida.

Los atributos exclusivos de Dios son aquellos que pertenecen únicamente a Su naturaleza y no pueden ser replicados por los humanos. Algunos ejemplos incluyen:

·         Omnipresencia (estar en todos lados al mismo tiempo).

·         Omnisciencia (conocer todas las cosas, pasadas, presentes y futuras).

·         Omnipotencia (tener poder absoluto, sobre todo).

·         Inmutabilidad (no cambiar nunca en Su esencia).

Por otro lado, hay atributos que Dios comunicables con los seres humanos, aunque de manera limitada. Entre ellos están:

·         Misericordia (los humanos debemos practicarla).

·         Amor (los humanos son llamados a amar como Dios ama).

·         Justicia (se nos pide actuar con justicia y equidad).

·         Sabiduría (aunque Dios es la fuente suprema, los humanos pueden recibir y desarrollar sabiduría).

Esto demuestra cómo Dios, aunque infinitamente superior, ha permitido que los humanos reflejen parte de Su carácter en su vida cotidiana.

Desde una perspectiva bíblica, el ser humano recibió los atributos comunicables de Dios en el momento de la creación. En Génesis 1:26-27, se dice que Dios creó al hombre y a la mujer "a Su imagen y semejanza", lo que implica que ciertos aspectos de Su carácter fueron reflejados en la humanidad.

La imagen de Dios en el ser humano no significa que poseamos Sus atributos en la misma medida, sino que compartimos cualidades como amor, justicia, misericordia, sabiduría y voluntad en una escala limitada.

Sin embargo, debido al pecado (Génesis 3), esta imagen quedó distorsionada y necesita ser restaurada por medio de la relación con Dios.


A lo largo de la historia bíblica, vemos cómo Dios sigue moldeando a las personas para reflejar Su carácter, especialmente a través de Cristo, quien nos llama a ser santos, misericordiosos y justos como el Padre (Mateo 5:48, Lucas 6:36).

Este tema es profundo y tiene muchas implicaciones en la vida diaria.

Mateo 5:48

Reina-Valera 1960

48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Lucas 6:36

Reina-Valera 1960

36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

El Eco en la Ciudad


En una ciudad bulliciosa, donde las personas estaban atrapadas en una rutina frenética, existía una idea arraigada: para ser aceptados y valorados, debían demostrar su éxito con logros visibles. Así, muchos sacrificaban su tiempo, sus relaciones y su bienestar en la búsqueda de reconocimiento.

Entre ellos estaba Samuel, un joven que dedicaba largas horas al trabajo, acumulando certificados y méritos, pero sentía un vacío constante. Pensaba que cuanto más lograra, más respeto y felicidad tendría.

Un día, conoció a una anciana llamada Elisa, quien lo llevó a un mirador sobre la ciudad y le dijo:

—Grita algo al viento.

Samuel, confundido, gritó:

—¡Éxito!

El eco respondió: Éxito...

—Ahora grita otra cosa —pidió Elisa.

Samuel pensó y luego dijo:

—¡Misericordia!

El viento le devolvió: Misericordia...

Elisa sonrió.

—Así como el eco devuelve lo que le das, tu vida refleja lo que entregas. No es reconocimiento lo que te hará pleno, sino justicia, misericordia y humildad en tus relaciones.

Samuel comprendió. Desde aquel día, en lugar de solo perseguir logros externos, empezó a vivir con empatía, equidad y gratitud. Y como el eco, el mundo comenzó a devolverle lo mismo.

El relato representa dos formas de vivir la espiritualidad: vivir la religión y vivir en conciencia.

1.    Vivir la religión: Esto representa una práctica religiosa basada en acciones externas, donde el énfasis está en cumplir reglas sin necesariamente transformar el corazón. Samuel, sigue esta misma lógica, sacrificando tiempo y bienestar para alcanzar reconocimiento. Esto refleja una religión vivida solo desde el deber, pero sin una conexión profunda con el propósito de esas prácticas.

2.    Vivir en conciencia: Cuando la anciana (Elisa) le muestra el eco a Samuel, le revela que lo verdaderamente importante no es el sacrificio ni el reconocimiento, sino los valores que reflejamos en nuestras relaciones: justicia, misericordia y humildad. Aquí, la espiritualidad no se basa en actos vacíos, sino en una transformación interna que se refleja en cómo vivimos y tratamos a los demás.

El mensaje final de la anécdota es que la verdadera relación con Dios no se mide por rituales o logros visibles, sino por una vida guiada por la conciencia, donde los atributos comunicables de Dios —misericordia, justicia y humildad— se manifiestan en nuestra interacción con el mundo.

Una metáfora que encaja bien con esta idea es...

"El trípode de la verdad".


Imagina un trípode que sostiene una lámpara en la oscuridad. Sus tres patas representan justicia, misericordia y humildad. Mientras las tres estén firmes, la lámpara se mantiene en equilibrio y proyecta luz, iluminando el camino.

Si una de las patas falta o se debilita, el trípode pierde estabilidad y la lámpara cae, dejando todo en sombras. De la misma manera, la conciencia humana necesita estos tres pilares para mantenerse firme. Si ignoramos la justicia, la misericordia o la humildad, nuestra percepción moral se tambalea y la claridad se pierde.

Así, la conciencia es como esa lámpara: solo brilla cuando se apoya en estos tres principios esenciales.

Los tres conceptos clave, en un enfoque tanto bíblico como práctico:

1.    Justicia La justicia es el principio de actuar con equidad y rectitud, dando a cada quien lo que le corresponde. En la Biblia, Dios es presentado como el juez justo (Salmos 9:8), y se nos llama a seguir Su ejemplo (Miqueas 6:8). La justicia no es solo castigo por el mal, sino también la promoción del bien. En la vida diaria, significa tratar a los demás con imparcialidad y defender lo correcto sin favoritismos.

2.    Misericordia La misericordia va más allá de la justicia y añade compasión. Es la capacidad de dar gracia incluso cuando no es merecida, como Dios lo hace con nosotros (Lamentaciones 3:22-23). En la práctica, la misericordia implica perdonar, ayudar al necesitado y actuar con bondad, sin esperar recompensa. Es reconocer la fragilidad de los demás y responder con amor en lugar de juicio.

3.    Humildad La humildad es el reconocimiento de nuestra dependencia de Dios y el trato a los demás sin arrogancia. La Biblia enfatiza que Dios exalta a los humildes (Mateo 23:12). No se trata de disminuirse, sino de comprender nuestra verdadera posición y actuar con sencillez. En la vida cotidiana, la humildad nos permite aprender, escuchar, y valorar a los demás sin creernos superiores.

Estos tres pilares conforman el fundamento de una conciencia alineada con los principios divinos. Cuando los aplicamos en nuestras relaciones, reflejamos el carácter de Dios en nuestra vida.



EL TRIPODE DEL ALMA CANCIÓN DE JAWDI

La prueba. Cuento budista sobre las tentaciones y la conciencia


Un día, el gran maestro le dijo a sus discípulos:

– Atended un momento, quería pediros una cosa… Soy viejo ya y es vuestro deber ayudarme a sobrevivir de la mejor manera posible. No tengo dinero, y lo necesito.

– Pero maestro- dijo entonces uno de los discípulos- Con lo poco generosos que son aquí… ¿cómo conseguiremos reunir el dinero?

– Sí, ya sé que la forma más natural de conseguir el dinero es pidiéndolo, pero hay otra forma… ¡cogiéndolo! En realidad, es algo que nos correspondería tener, ¿no es así? Una especie de paga por nuestros servicios… Lo que pasa es que yo soy mayor y no puedo hacerlo, pero vosotros sois jóvenes y no os costará tanto. No es muy difícil, solo tenéis que escoger a algún hombre rico y apropiaros de su bolsa en algún lugar en donde nadie os vea. Eso sí, sin hacerle daño…

Al principio todos se quedaron un tanto sorprendidos de que su maestro les pidiera robar, pero al cabo de un rato, la mayoría de los discípulos estaba conforme con la petición:

– Claro, maestro, por ti haremos todo lo que haga falta. Iremos a por el dinero.

El discípulo que supo entender la prueba y la lección del maestro

Sin embargo, uno de los discípulos se mantenía en silencio. El maestro, al darse cuenta, preguntó:

– Todos tus compañeros son muy valientes y han decidido ayudarme con el plan. Pero tú sin embargo, tú no dices nada. ¿Por qué?

– Lo siento, maestro. Si no dije nada es porque veo el plan inviable…

– ¿Inviable?

– Sí, maestro. Tú mismo dijiste que escogiéramos un lugar en donde nadie nos viera robar… pero no existe tal lugar. En cualquier lugar en donde yo esté mi Yo me verá robar. Preferiría mendigar que permitir que mi Yo vea que hago algo con lo que no estoy de acuerdo.

El maestro entonces sonrió y dijo muy contento:

– ¡Qué alegría! Me enorgullece comprobar que al menos uno de mis discípulos lo ha entendido todo

Entonces, el resto agachó la cabeza al darse cuenta de que su maestro les había puesto a prueba y se sintieron muy arrepentidos de haber caído en la trampa. Desde entonces, cada vez que escuchaban en su cabeza un pensamiento indigno, o sentían tentaciones de obrar mal, recordaban eso que su compañero dijo: ‘Mi Yo me ve’, y lo desterraban de su mente.

Reflexiones sobre el cuento budista La Prueba

Nuestra conciencia nos acompaña a todas partes. No existe ningún lugar, efectivamente, en donde podamos mantenernos invisibles y alejados de ella. Este es el mensaje que este fantástico cuento corto nos traslada:

  • Aprende a reconocer las tentaciones: La mayoría de los discípulos del maestro no supieron ver que les estaban poniendo a prueba. La prueba era en realidad una trampa, una tentación. En este caso, el maestro les tentaba y les proponía mostrar su fidelidad a pesar de cometer un acto inapropiado. Ellos decidieron caer en la tentación de cumplir con la orden de su maestro a pesar de todo, porque no se dieron cuenta de que en realidad era una prueba.
  • La conciencia va a todas partes con nosotros: Podrás esconderte de los ojos de otras personas, pero debes saber, tal y como nos recuerda el discípulo que supo decir No al maestro, que nunca podrás ser invisible a los ojos de nuestra propia conciencia. Así, cada vez que cometas un comportamiento inadecuado o te llegue algún pensamiento malo, puedes recordar que tú ‘Yo interno’ te ve. De ahí que cada vez que hacemos algo que consideramos inapropiado, sintamos remordimientos. Nuestro ‘Yo’ nos lo recuerda porque lo vio y en realidad somos bien conscientes de ello.

Una reflexión más sobre ‘La prueba’

  • La necesidad de aprender a decir No: En ‘La prueba’, el único que tuvo la valentía de decir No a la propuesta del maestro fue el que el resto en un principio vio como ‘desleal’. Sin embargo, la lealtad se manifiesta muchas veces en esa capacidad de mantenernos íntegros y fieles a nuestros valores y en la fortaleza y convicción de estar haciendo lo adecuado. Debemos tener la fortaleza de decir No cuando nuestro Yo interior diga No. Si no, llegarán los remordimientos. De hecho, no hay nada peor que engañarse a uno mismo.

«Debemos tener la fortaleza de aprender a decir No cuando nuestro Yo interior diga No…»

— (Reflexiones sobre ‘La prueba’)

Entonces no te presento una religión seca y muy estricta para agradar a Dios, sino un conocimiento que te lleva a la libertad reconociendo los valores de tu propia conciencia.

-RELIGIÓN es el intento del hombre para llegar a Dios.

-JESUCRISTO es el intento de Dios para llegar al hombre.

Cristo no vino solo para despertar nuestra conciencia, sino para redimirnos del pecado y restaurar nuestra relación con Dios. La conciencia es un recurso interno que nos ayuda a discernir lo bueno y lo malo, pero por sí sola no puede salvarnos. El pecado afecta nuestra capacidad de escuchar y obedecer correctamente nuestra conciencia, llevándonos a justificar lo incorrecto o ignorar la verdad.

Por eso, la obra de Cristo va más allá de una simple guía moral.

Hebreos 9:14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha (ámōmon) a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

 

(ámōmon) significa "sin mancha, sin defecto",

Se nos dice que Su sacrificio "purifica nuestra conciencia de obras muertas", permitiéndonos vivir en comunión con Dios. Es decir, Su muerte y resurrección no solo nos perdonan, sino que nos transforman para que nuestra conciencia sea verdaderamente alineada con la voluntad divina.

Entonces, vivir según la conciencia sin la obra de Cristo puede llevar a una moral subjetiva. Pero vivir en conciencia a la luz del evangelio significa que nuestras acciones están moldeadas por Su justicia, Su misericordia y Su humildad.

Este es un punto clave en cualquier estudio sobre la espiritualidad humana.

La expresión "sin mancha" en Hebreos 9:14 es crucial porque enfatiza la perfección del sacrificio de Cristo. En el contexto del Antiguo Testamento, los sacrificios requerían animales sin defecto para ser aceptables ante Dios (Levítico 1:3). Esto simbolizaba la necesidad de pureza para la expiación del pecado.

Cristo, al ofrecerse sin mancha, cumple esta exigencia de manera absoluta. Su sacrificio es perfecto, sin pecado, lo que lo hace capaz de limpiar nuestras conciencias de obras muertas. Esto significa que no solo nos libera de la culpa del pecado, sino que también transforma nuestra manera de vivir, permitiéndonos servir a Dios con un corazón renovado.

En otras palabras, si Cristo hubiera tenido mancha, su sacrificio no habría sido suficiente para purificarnos completamente. Su perfección garantiza que nuestra conciencia no solo sea limpiada, sino restaurada para vivir en comunión con Dios.

La palabra griega μμον (mōmon) significa "mancha, defecto, culpa o reproche". Se usaba en la literatura griega para referirse a algo que tenía una imperfección o que era objeto de crítica.

Fuera de la Biblia, μμον podía usarse para señalar una falta moral o física en alguien, algo que lo hacía menos digno o admirable. En la cultura griega, la ausencia de μμον era un ideal de perfección, especialmente en contextos religiosos y filosóficos.

Tener una conciencia limpia es esencial porque afecta tanto nuestra relación con Dios como nuestra vida cotidiana.

1.    En nuestra relación con Dios:

o    Una conciencia manchada por el pecado genera culpabilidad y separación de Dios (Isaías 59:2).  pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.

o    Cristo, al ser el sacrificio sin mancha, nos purifica y nos permite acercarnos con libertad a Dios (Hebreos 9:14).

o    Una conciencia limpia nos da paz y confianza para vivir conforme a Su voluntad (1 Juan 3:21). Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;

2.    En nuestras relaciones con los demás:

o    Una conciencia libre de culpa nos permite actuar con justicia, misericordia y humildad en nuestras interacciones.

o    Nos ayuda a evitar el autoengaño y la hipocresía, guiándonos a ser auténticos.

o    Nos motiva a pedir perdón cuando es necesario y a actuar con integridad.

3.    En nuestra vida personal:

o    Trae paz interior y nos libra del peso de la culpa.

o    Nos da claridad para tomar decisiones correctas.

o    Nos permite vivir sin temor ni remordimiento, confiando en que estamos obrando bien.

Sin una conciencia limpia, el pecado y la culpa pueden nublar nuestra percepción moral y alejarnos de una vida plena en Dios.

Es por eso que la obra de Cristo es tan importante: no solo perdona, sino que transforma nuestra conciencia para que vivamos en armonía con la justicia divina.

Hay una gran diferencia entre una conciencia genuina y una conciencia de grupo manipulada.

Cuando la fe se vive de manera personal, la conciencia individual se alinea con principios como justicia, misericordia y humildad. Es una relación auténtica con Dios, donde cada persona discierne lo que es valioso y práctico, lo que realmente transforma vidas.

Sin embargo, cuando la espiritualidad se convierte en presión de grupo, la conciencia personal se silencia. La voz interior queda opacada por lo que el grupo dicta como correcto, incluso si no tiene verdadero valor ni impacto positivo. Se comienza a "limpiar" lo que no necesita ser cambiado, mientras lo esencial—amor, compasión y verdad—es ignorado.

En este tipo de mentalidad grupal, las personas pueden actuar no por convicción, sino por miedo al rechazo. Se pueden justificar injusticias, aceptar tradiciones vacías y perder la capacidad de pensar y cuestionar con libertad. Esto es peligroso, porque crea seguidores sin discernimiento, en lugar de creyentes con una relación genuina con Dios.

El desafío es despertar la conciencia personal y ayudar a cada persona a recuperar su capacidad de pensar, sentir y decidir de acuerdo con principios verdaderos. Cristo no vino para crear masas controladas, sino para traer libertad a los corazones (Juan 8:32) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Escuchar Nuestra Propia Conciencia

A lo largo de la vida, muchas voces intentan definir lo que debemos pensar, sentir y decidir. La sociedad, las tradiciones, e incluso los círculos religiosos pueden influenciar nuestra percepción de lo correcto. Sin embargo, la verdadera conexión con Dios no depende de la aprobación externa, sino de una conciencia alineada con justicia, misericordia y humildad.

1. La importancia de escuchar la conciencia

  • Nuestra conciencia es el reflejo interno de la verdad que Dios nos ha dado (Romanos 2:15).
  • Cuando ignoramos nuestra conciencia y seguimos la presión de grupo, corremos el riesgo de justificar lo incorrecto.
  • Dios no quiere seguidores ciegos, sino creyentes con discernimiento capaces de actuar con convicción.

2. Cómo diferenciar la conciencia personal de la influencia grupal

  • Conciencia genuina: Nos guía a hacer lo correcto, incluso cuando es difícil. Nos confronta cuando fallamos, pero también nos motiva a crecer.
  • Conciencia de grupo: Nos hace seguir lo que otros dicen sin cuestionar, a veces justificando injusticias o acciones vacías.
  • Cristo vino a purificar nuestras conciencias, no solo a que sigamos tradiciones (Hebreos 9:14).

3. Pasos para fortalecer nuestra conciencia

  • Reflexionar en la justicia, la misericordia y la humildad en cada decisión.
  • No temer cuestionar lo que hacemos solo por costumbre.
  • Buscar a Dios en oración y en Su palabra, permitiendo que Él moldee nuestra conciencia.
  • Vivir con coherencia: que nuestras acciones reflejen lo que en verdad creemos.

Epílogo: Un Llamado a la Conciencia y al Corazón

Hoy hemos hablado de la importancia de escuchar nuestra propia conciencia, de no permitir que la presión del grupo silencie la voz interior que Dios nos ha dado. Hemos visto que justicia, misericordia y humildad no son solo principios externos, sino la esencia de una vida alineada con la verdad.

Ahora, llega el momento de llevar esto a la acción.

Cada uno de nosotros tiene en su interior una conciencia que reconoce lo bueno y rechaza lo injusto. Pero, ¿la estamos escuchando? ¿Estamos viviendo con autenticidad, o simplemente siguiendo lo que otros nos dictan?

Cristo no vino para que viviéramos bajo reglas vacías. Vino para limpiar nuestra conciencia, para liberarnos de toda carga innecesaria, y para mostrarnos una fe que transforma desde adentro hacia afuera.

Hoy, es el momento de decidir: ¿Vivir en conciencia o vivir por costumbre? Es el momento de preguntarnos: ¿Estamos reflejando justicia, misericordia y humildad en nuestra vida? Es el momento de acercarnos a Dios con un corazón sincero y permitir que Su verdad guíe nuestras decisiones.

No permitas que tu conciencia se apague. No ignores la voz interior que te llama a vivir con propósito. Dios no quiere rituales vacíos ni sacrificios sin sentido. Dios quiere tu corazón, tu vida, tu autenticidad.

Hoy, haz de tu conciencia un faro que ilumine tu camino. Escúchala, obedécela, y permite que Dios la moldee cada día.

En este momento debes aceptar el sacrificio que Jesús hizo por ti, su sangre

Es tiempo de despertar. Es tiempo de vivir con verdad. Es tiempo de escuchar lo que Dios ha puesto dentro de ti.

— Ahora es tu momento. ¿Cómo responderás?

PASTOR SERGIO SÁNCHEZ GARRIDO