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viernes, 3 de octubre de 2025

¿QUIÉN ES MI PROJIMO?

 

¿QUIÉN ES MI PROJIMO?



Introducción: Del amor tribal a la revolución del amor cristiano

En los albores de la revelación bíblica, el amor al prójimo nace como un mandato tribal. En Levítico 19:18, Dios ordena:

“Amarás (a tu prójimo (re'acomo a ti mismo kamoja.” 

En la cultura hebrea bíblica, "como a ti mismo" (כָּמוֹךָ kamoja) implica amar al prójimo con la misma intensidad, respeto y cuidado que uno se tiene a sí mismo, reflejando un principio central de justicia, empatía y unidad comunitaria.

Amar al prójimo como a ti mismo exige autoconocimiento y autoestima. Si uno no se ama sanamente, difícilmente puede amar al otro de forma justa.

Este mandamiento es la base de muchas leyes sociales en la Torá: no robar, no mentir, no oprimir, no vengarse, porque todas ellas violan el principio de tratar al otro como uno mismo.

-La esencia de la fe está en cómo tratamos al otro, POR ESO jESUS EQUIPARA ESTE MANDAMIENTO AL DE AMAR A DIOS. Mateo 22:36–40.

El espejo de Eliab



En un pequeño pueblo de Judea vivía Eliab, un artesano conocido por su habilidad para pulir espejos. Aunque sus espejos eran perfectos, Eliab era un hombre solitario, desconfiado y poco amable. Decía: “Cada uno debe cuidar de sí mismo. Nadie vendrá a ayudarte.”

Un día, un anciano sabio llegó al pueblo y pidió hospedaje. Nadie lo recibió, excepto una viuda llamada Miriam. El sabio le agradeció y le dijo: —“Quiero recompensarte. ¿Qué deseas?” Ella respondió: —“No para mí, sino para Eliab. Él vive solo y su corazón está endurecido.”

El sabio visitó a Eliab y le ofreció un regalo: un espejo especial. —“Este espejo no muestra tu rostro, sino el de quien más necesita tu amor.” Eliab, intrigado, lo colgó en su taller.

Al día siguiente, al mirar el espejo, vio el rostro de un niño hambriento. Salió y encontró al niño cerca del mercado, le dio pan y lo llevó con su madre. Al día siguiente, vio a Miriam, agotada por el trabajo. Le llevó leña y agua. Día tras día, el espejo mostraba rostros distintos: ancianos, enfermos, viajeros.

Eliab comenzó a cambiar. Su taller se convirtió en un lugar de ayuda. Ya no pulía espejos, sino corazones. Un día, miró el espejo y vio su propio rostro. Confundido, preguntó al sabio: —“¿Por qué ahora me veo a mí?” El sabio sonrió: —“Porque ahora amas a los demás como a ti mismo. Y al hacerlo, has aprendido a verte con compasión.”

Este cuento refleja cómo el amor al prójimo transforma no solo al otro, sino también a uno mismo. 

Pero el término hebreo usado —רֵעַ (re'a)— se refiere al “compañero”, al “cercano”, al “miembro del mismo pueblo”. Es un amor que protege al grupo, pero excluye al diferente. Es un amor que cuida al hermano, pero sospecha del extranjero.

Este amor tribal, aunque legítimo en su contexto histórico, tiene límites injustos. No alcanza al enemigo, ni al forastero, ni al que sufre fuera del círculo. Es un amor que se defiende, pero no se entrega.

Sin embargo, Dios no se queda en ese primer peldaño. A lo largo de la Escritura, traza un camino razonado y progresivo para enriquecer el concepto de amor. Añade ética, misericordia y justicia. En Levítico 19:34, el amor se extiende al extranjero residente:

“Como a uno nacido entre vosotros amarás al extranjero que habita entre vosotros.”

Aquí comienza la revelación progresiva: un principio hermenéutico que reconoce que Dios educa espiritualmente a su pueblo paso a paso, revelando verdades más profundas a medida que el corazón está listo para recibirlas. El amor deja de ser tribal y empieza a ser moral.

Los profetas continúan esta expansión. Isaías, Miqueas, Amós —todos denuncian la religiosidad sin compasión, el culto sin justicia, la ley sin misericordia. El amor al prójimo se convierte en criterio espiritual, no solo en norma legal.

Pero es Jesús quien lleva este mandamiento a su revolución definitiva. En Mateo 5:44, declara:

“Amad a vuestros enemigos.” Y en Lucas 10, responde a la pregunta del intérprete de la ley —“¿Quién es mi prójimo?”— con la parábola del buen samaritano. Allí, el prójimo no es el sacerdote ni el levita, sino el extranjero despreciado que se acerca al herido. Jesús no redefine el prójimo: redefine el amor.

Este amor ya no se basa en pertenencia, sino en compasión activa. Ya no se limita al grupo, sino que abraza al mundo. Es un amor que rompe fronteras, desarma venganzas, y acoge al diferente.

Y sin embargo, muchos —entonces y ahora— rehúsan incluir esta revolución. Israel, en su forma más nacionalista, prefiere la venganza al perdón, la exclusión al abrazo, la ley al Espíritu. El extranjero sigue siendo sospechoso. El enemigo sigue siendo odiado. El herido sigue siendo ignorado.

Pero el cristianismo, si quiere ser fiel a su fundador, no puede amar tribalmente. Debe amar como Jesús amó:

  • Al traidor, como a Judas.
  • Al negador, como a Pedro.
  • Al enemigo, como a los que lo crucificaron.

Este estudio bíblico no busca repetir mandamientos. Busca entender su evolución, honrar su profundidad, y vivir su plenitud. Porque el amor al prójimo no es una regla: Es el rostro de Dios en el rostro del otro.

Levítico 19:18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo רֵעַ (re'a) como a ti mismo. Yo Jehová. 

Este versículo es el corazón del mandamiento del amor al prójimo en el Antiguo Testamento. La palabra hebrea usada aquí para “prójimo” es רֵעַ (re'a)

El término hebreo רֵעַ (re'a) significa “prójimo”, “amigo” o “compañero”, y está profundamente ligado a la idea de proximidad tanto emocional como relacional. En la Biblia, esta palabra no solo implica cercanía física, sino también vínculo moral, afectivo y espiritual.

Raíz hebrea: רֵעַ (re'a) proviene de una raíz que implica relación, cercanía y reciprocidad.

Uso gramatical: Es un sustantivo masculino que aparece más de 180 veces en el Antiguo Testamento.

Traducciones comunes: “prójimo”, “amigo”, “compañero”, “vecino”, “otro”, “cercano”.


Amor sin fronteras canción de (Jawdi)

El pastor y el rabino — Un cuento sobre el amor que se expande

En un pequeño pueblo rodeado de olivares, vivían dos líderes espirituales: el pastor Elías y el rabino Benjamín. Ambos eran respetados, sabios, y profundamente devotos. Cada semana enseñaban a sus comunidades sobre la fe, la ley y el amor.

Un día, se reunieron en la plaza del pueblo para preparar una charla conjunta sobre el mandamiento de amar al prójimo. El rabino comenzó:

—La Torá nos enseña: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Pero ese prójimo es el re'a, el compañero del pueblo, el que comparte nuestra fe y nuestras costumbres. Amar al prójimo es proteger nuestra identidad.

El pastor asintió, pero luego respondió con suavidad:

—Es cierto, rabino. Pero Jesús nos enseñó algo más. Él dijo: “Amad a vuestros enemigos.” Y cuando le preguntaron quién era el prójimo, contó la historia de un samaritano —un extranjero despreciado— que fue el único que se acercó al herido en el camino.

El rabino frunció el ceño.

—Pero ¿cómo enseñar a amar a quien nos rechaza? ¿A quien no respeta nuestra ley?

El pastor sonrió.

—Porque el amor que Jesús enseñó no depende del otro. Depende de nosotros. No es tribal, es universal. No se basa en pertenencia, sino en compasión. El samaritano no preguntó si el herido era de su pueblo. Solo lo vio, se acercó, y lo curó.

Los vecinos que escuchaban comenzaron a murmurar. Algunos estaban de acuerdo con el rabino: “Hay que cuidar a los nuestros.” Otros con el pastor: “El amor debe cruzar fronteras.”

Entonces una niña se acercó. Tenía en brazos a un cachorro herido que había encontrado en el campo. Lo había limpiado, vendado, y ahora lo traía para que lo bendijeran.

—¿Es de tu familia? —preguntó el rabino.

—No —dijo la niña—. Pero estaba solo y sufría. ¿No es eso suficiente?

El rabino y el pastor se miraron. El silencio se volvió enseñanza.

Desde ese día, en el pueblo se enseñó que el prójimo no es el que se parece a ti. Es el que te necesita. Y que el amor verdadero no pregunta quién eres, sino qué puedo hacer por ti.

 (re'a) proviene de una raíz que implica relación, cercanía y reciprocidad.

1. Proximidad emocional

Éxodo 33:11: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo (רֵעַ). Aquí, re'a implica intimidad, confianza y cercanía afectiva.

2. Proximidad familiar

Éxodo 32:27: “Matad cada uno a su hermano, a su amigo (רֵעַ), y a su pariente. El término se usa junto a “hermano” y “pariente”, mostrando que re'a puede ser alguien tan cercano como un familiar.

3. Proximidad social

Levítico 19:18: “Amarás a tu prójimo (רֵעֲךָ) re'a como a ti mismo.

Aquí, re'a se refiere a cualquier persona con la que se interactúa en comunidad, no necesariamente amigo íntimo.

4. Proximidad cotidiana

Éxodo 20:16–17: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio… No codiciarás la casa de tu prójimo…”

El término se usa para referirse al vecino, al compañero de vida diaria, mostrando una cercanía habitual.

Relación lingüística con otras palabras hebreas

Re'a se relaciona con otras palabras de cercanía:

    • אָח (aj)** – hermano
    • קָרוֹב (qarov)** – pariente cercano
    • שָׁכֵן (shakhen)** – vecino

Estas asociaciones refuerzan que re'a no es un extraño, sino alguien próximo en vínculo, en trato o en necesidad.

En la Biblia, la cercanía no se mide por geografía, sino por disposición del corazón. El re'a es aquel a quien puedes amar, ayudar, corregir o proteger. Es el rostro que te interpela, el dolor que puedes aliviar, el vínculo que puedes honrar.

¿Qué significa re'a?

Como vimos antes, re'a no es solo “vecino” o “compañero”. En hebreo bíblico, implica:

  • Cercanía emocional
  • Lealtad profunda
  • Vínculo de pacto o alianza
  • Disponibilidad para el otro en su necesidad

1 Samuel 18:1“Y aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.”

Este versículo es clave. La expresión “quedó ligada” (נִקְשְׁרָה נֶפֶשׁ) indica una unión de almas, una conexión que va más allá de lo político o familiar. Jonatán se convierte en re'a de David porque:

·         Lo ama como a sí mismo (Levítico 19:18 en acción)

·         Lo protege incluso contra su padre

·         Hace pacto con él (1 Samuel 18:3)

·         Le entrega sus armas, símbolo de rendición y confianza

Jonatán representa el prójimo bíblico: el que se acerca, el que se entrega, el que honra la voluntad de Dios por encima de su propio interés.

¿Por qué Saúl no era re'a?

Aunque Saúl era el padre de Jonatán y rey de Israel, nunca se convierte en re'a de David porque:

  • Lo ve como amenaza, no como hermano
  • Lo persigue, no lo protege
  • Lo envidia, no lo honra
  • Rompe el pacto con Dios, mientras David lo respeta

Saúl representa lo opuesto al re'a: el que se aleja, el que compite, el que destruye por miedo. Aunque tenía autoridad, le faltaba cercanía espiritual.

Conclusión

Jonatán era re'a de David porque su alma se unió a la de él en amor, pacto y lealtad. Saúl no lo fue porque su corazón se separó por celos, poder y desobediencia.

En términos hebreos, ser re'a no depende del cargo, sino del corazón. Y en la historia de David, Jonatán es el modelo del prójimo que ama como Dios manda.

Esa es una pregunta profunda y muy reveladora. En términos estrictamente lingüísticos y contextuales del Antiguo Testamento, , podríamos decir que cuando la Ley de Moisés manda “amar al prójimo” (Levítico 19:18), está hablando de רֵעַ (re'a) —es decir, alguien cercano, del pueblo, con quien se comparte vínculo social o espiritual. Pero eso no significa que la Ley excluya el amor hacia los que no son prójimos… más bien, amplía progresivamente el concepto.


En el contexto hebreo original:

Levítico 19:18“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

Aquí, prójimo (רֵעֲךָ) se refiere claramente a otro israelita, alguien del mismo pueblo. Es un mandato interno, comunitario. Pero solo unos versículos después, la Ley da un giro sorprendente:

Levítico 19:34“Como a uno nacido entre vosotros amarás al extranjero que habita entre vosotros; como a ti mismo lo amarás, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.”

Aquí, el amor se extiende al ger (גֵּר) —el extranjero residente. Aunque no sea re'a en sentido técnico, Dios exige el mismo amor: “como a ti mismo”. Esto rompe cualquier interpretación excluyente.

¿Qué significa esto?

  • El mandamiento de amar al re'a no excluye a los que no lo son.
  • Más bien, el concepto de prójimo se expande en la revelación bíblica: primero al compatriota, luego al extranjero, y finalmente —con Jesús— a todo ser humano en necesidad.

Jesús y la redefinición radical

En Lucas 10, cuando el intérprete de la ley pregunta “¿Quién es mi prójimo?”, Jesús responde con la parábola del buen samaritano. El samaritano no era del pueblo, no era re'a en sentido levítico… pero fue el único que actuó como prójimo.

“Ve, y haz tú lo mismo.” (Lucas 10:37)

Conclusión

Sí, la Ley de Moisés comienza con un mandato de amar al re'a —al cercano, al del pueblo. Pero la misma Ley, y luego los profetas y Jesús, amplían ese amor hacia todo ser humano. El prójimo no es definido por pertenencia, sino por disposición del corazón.

Jesús no solo amplió el mandamiento de amar: lo revolucionó. En un mundo donde el amor se reservaba para los cercanos, los del mismo pueblo, los que compartían fe o sangre, Él trazó una línea nueva —una línea que no separa, sino que incluye incluso al enemigo.

El mandamiento original: amar al prójimo

En la Ley de Moisés, el amor al prójimo (re'a) era un mandato sagrado. Pero ese prójimo era, en principio, el compatriota, el miembro del pueblo, el cercano. Aunque la Ley también ordenaba amar al extranjero residente (Levítico 19:34), la práctica común era amar a los que eran “como tú”.

Jesús rompe el límite

En el Sermón del Monte, Jesús pronuncia una frase que cambia la historia:

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos…” (Mateo 5:43–44)

Con estas palabras, Jesús rompe el círculo cerrado del amor tribal. Ya no basta amar al que está cerca, al que te cae bien, al que comparte tu fe. Ahora el amor debe alcanzar al que te persigue, al que te hiere, al que te odia.

¿Qué significa esto?

1. El amor ya no es reacción, es decisión

Jesús enseña que amar no depende de cómo te traten, sino de quién eres tú en Dios. El amor cristiano no espera reciprocidad: fluye desde la misericordia divina.

2. El enemigo se convierte en prójimo

Al mandar amar al enemigo, Jesús redefine quién es el prójimo. Ya no es solo el re'a hebreo, el cercano. Ahora es todo ser humano, incluso el más lejano, incluso el más hostil.

3. El amor se vuelve universal

Este mandamiento no es sentimental. Es radicalmente espiritual. Amar al enemigo es romper el ciclo del odio, desarmar la venganza, abrir espacio para la redención.

El cristianismo como comunidad del amor sin fronteras

Jesús entrega a sus discípulos un mandamiento que no puede vivirse sin Dios:

“Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros (allos) como yo os he amado.” (Juan 13:34)

(allos) significa “otro” de la misma clase o naturaleza. Se usa cuando se habla de algo que es diferente pero similar en esencia. Ejemplo: Si tienes una manzana y te dan ἀλλος, te están dando otra manzana, no una pera.

La Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento, enseña que el amor cristiano trasciende toda barrera humana —étnica, cultural, religiosa, social o incluso enemistosa.

 Fundamentos bíblicos que apoyan esta visión

  • Juan 13:34 — “Que os améis unos a otros…” Este mandamiento no está limitado por raza, nación o condición. Jesús lo da en el contexto de una comunidad diversa, y lo extiende aún más en otros pasajes.

  • Gálatas 3:28

  • Mateo 5:44

  • Levítico 19:34

  • Lucas 10:25–37 (Parábola del buen samaritano) Jesús redefine “prójimo” como cualquiera que necesita compasión, incluso si es de un grupo despreciado o enemigo.

Implicaciones éticas y espirituales

  • El amor cristiano no clasifica a las personas como “de mi tribu” o “de otra”.

  • No hay espacio para el racismo, el nacionalismo excluyente, ni la xenofobia en la ética del Reino de Dios.

  • El amor es activo, universal y radicalmente inclusivo.

La Biblia enseña que no debemos considerar a ningún ser humano como de distinta clase. Todos somos portadores de la imagen de Dios, y el amor cristiano nos llama a reconocer esa dignidad en cada persona —amigo, extranjero, enemigo o hermano.

El principio de igualdad en la naturaleza humana

Cuando reconocemos que otro ser humano es de la misma naturaleza —creado a imagen de Dios, con dignidad, conciencia, capacidad de amar y sufrir— entonces:

  • Tiene el mismo derecho a acercarse a nosotros: no hay barreras legítimas que lo excluyan por raza, religión, nacionalidad, clase social o historia personal.

  • Tiene las mismas obligaciones en esa cercanía: el amor cristiano no es paternalismo ni superioridad, sino reciprocidad. El otro también está llamado a amar, respetar, cuidar y construir comunidad.

Fundamento bíblico

  • Génesis 1:27 — “Y creó Dios al hombre a su imagen…” Todos los seres humanos comparten esa imagen divina. No hay jerarquías ontológicas.

  • Mateo 22:39 — “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” El amor al otro parte del reconocimiento de que es como tú.

  • Romanos 12:10 — “Amaos los unos a los otros con amor fraternal…” El amor mutuo implica igualdad de derechos y deberes en la relación.

  • Efesios 2:14 — “Cristo es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno…” En Cristo se derriban los muros que separan, y se crea una nueva humanidad reconciliad

  • Implicaciones éticas

  • No excluir: Nadie debe ser tratado como “menos humano” o “menos digno”.

  • No dominar: La cercanía no es para controlar al otro, sino para compartir vida.

  • No evadir: Si el otro tiene derecho a acercarse, yo tengo la obligación de abrirme, de escuchar, de responder.

Y ¿cómo los amó Él?

  • Amando a Pedro, que lo negó.
  • Amando a Judas, que lo traicionó.
  • Amando a los que lo crucificaron: “Padre, perdónalos…”

Este amor no es humano. Es divino encarnado

1 Juan 4:7

“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios.”

Este versículo está en una sección donde el apóstol Juan enseña que Dios es amor (versículo 8) y que el amor verdadero no es simplemente un sentimiento humano, sino una manifestación de la vida divina en nosotros.

¿Qué significa que “el amor es de Dios”?

  • Origen divino: El amor no es solo una emoción o una virtud ética; es una expresión del carácter de Dios.

  • Participación espiritual: Amar al otro es participar de la vida de Dios. Quien ama está “nacido de Dios”.

  • Reconocimiento mutuo: El amor entre personas es una señal de que Dios está presente en la relación.

Y al entregarlo al cristianismo, Jesús convierte a sus seguidores en portadores de un amor que no discrimina, no excluye, no se agota.


Narrativamente, ¿qué hizo Jesús?

Este texto refuerza lo que venías diciendo: si el amor viene de Dios, no hay justificación para excluir a nadie de ese amor. No importa si es extranjero, enemigo, pobre, diferente o incluso hostil. Amar es reconocer al otro como portador de la misma dignidad que tú, y como alguien que puede ser alcanzado por la gracia divina.

Jesús tomó el mandamiento más sagrado del judaísmo —amar al prójimo— y lo expandió hasta el extremo más difícil: amar al enemigo. Con ello, sacó a sus discípulos del círculo cómodo del amor selectivo, y los lanzó al mundo con un amor que rompe muros, sana heridas y revela a Dios.

Aquí tienes una línea de desarrollo progresivo del mandamiento de amar al prójimo, desde el Antiguo Testamento hebreo hasta su expansión radical en el mensaje de Jesús. Cada paso está numerado y citado con su texto bíblico correspondiente:

1-Amor al prójimo dentro del pueblo

Levítico 19:18 “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.”

Aquí, prójimo (רֵעַ, re'a) se refiere a otro israelita, alguien cercano en comunidad y fe.

2. Amor al extranjero residente

Levítico 19:34 “Como a uno nacido entre vosotros amarás al extranjero que habita entre vosotros; como a ti mismo lo amarás, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.”

El amor se extiende más allá del pueblo: al ger (גֵּר), el extranjero que vive entre ellos.

3. Amor al necesitado, sin distinción

Exodo 23:4–5 “Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, devuélvelo… si ves el asno del que te aborrece caído bajo su carga, no lo dejes, ayúdalo a levantarlo.”

Aquí se introduce el deber de ayudar incluso al enemigo en necesidad, anticipando el amor activo.

4. Amor como justicia y misericordia

Miqueas 6:8 “¿Qué pide Jehová de ti? Solamente hacer justicia, amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”

EL amor se vincula con la ética, la compasión y la humildad, no solo con el vínculo tribal.

5. Amor al prójimo como mandamiento supremo

Texto: Mateo 22:39–40 “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.”

 Jesús reafirma el mandamiento, pero lo eleva como eje central de toda la revelación.

6. Amor al enemigo

Texto: Mateo 5:44 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen…”

Jesús rompe los límites del amor tribal y lo convierte en una fuerza redentora universal.

7. Amor como identidad del discípulo

Texto: Juan 13:34–35 “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado… En esto conocerán todos que sois mis discípulos.”

El amor ya no es solo mandato: es marca espiritual, es lo que define al seguidor de Cristo.

8. Amor como cumplimiento de la ley

Texto: Romanos 13:10 “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.”

Pablo enseña que el amor no reemplaza la ley: la realiza en plenitud.

9. Amor sin acepción de personas

Texto: Santiago 2:8–9 “Si en verdad cumplís la ley real conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis. Pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado.”

El amor cristiano no discrimina por clase, raza, religión o condición.

10. Amor como reflejo de Dios

Texto: 1 Juan 4:7–8 “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios… El que no ama, no ha conocido a Dios.”

El amor no es solo ética: es teología viva. Amar es conocer a Dios.

Un intérprete de la ley se acercó a Jesús con una pregunta que parecía teológica, pero escondía una intención defensiva:

“¿Y quién es mi prójimo?” (Lucas 10:29)

No preguntaba para amar más, sino para limitar el alcance del amor. Quería saber a quién no estaba obligado a amar. Jesús, en lugar de responder con una definición, contó una historia. Una historia que desarma excusas, que revela corazones, y que traza el mapa del amor en diez pasos.

1. El herido en el camino

“Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones…” (Lucas 10:30)

El prójimo no es el que está cerca por elección, sino el que está caído en tu camino. La necesidad define la proximidad.

2. El sacerdote que pasó de largo

“Y viéndolo, pasó de largo.” (Lucas 10:31)

El sacerdote representa la religión sin compasión. Se aleja del herido, y al hacerlo, se aleja del corazón de la Ley (Levítico 19:18).

3. El levita que también se aleja

“Asimismo un levita… llegó cerca de aquel lugar, y viéndolo, pasó de largo.” (Lucas 10:32)

 El levita se acerca físicamente, pero no se involucra. Su cercanía es superficial. El amor exige más que mirar: exige actuar.

4. El samaritano que se acerca

“Pero un samaritano… fue movido a misericordia.” (Lucas 10:33)

El samaritano rompe barreras étnicas y religiosas. Aunque considerado enemigo por los judíos, se convierte en prójimo por su compasión.

5. El amor como acción concreta

“Y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino…” (Lucas 10:34)

 El amor no es sentimiento, es intervención. El samaritano toca, cura, gasta. El amor bíblico es activo y sacrificial.

6. El amor que carga al otro

“Lo puso sobre su cabalgadura…” (Lucas 10:34)

Amar es cargar con el peso del otro. El samaritano no delega: se involucra personalmente.

7. El amor que provee refugio

“Lo llevó a un mesón, y cuidó de él.” (Lucas 10:34)

El amor no termina en el primer gesto. Continúa en el cuidado, en el seguimiento, en la permanencia.

8. El amor que invierte recursos

“Sacó dos denarios, y los dio al mesonero…” (Lucas 10:35)

El amor verdadero cuesta. El samaritano no calcula: confía, invierte, entrega.

9. El amor que promete volver

“Y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.” (Lucas 10:35)

El amor no abandona. Promete retorno, seguimiento, fidelidad. El prójimo no es un proyecto: es una relación.

10. El amor como cumplimiento de la Ley

“¿Quién fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones?” — El que tuvo misericordia de él.” (Lucas 10:36–37)

Jesús no responde quién es el prójimo, sino quién fue prójimo. El amor no se define: se encarna. “Ve, y haz tú lo mismo.”

Reflexión final

Los que se alejaron del herido —el sacerdote y el levita— no fallaron por falta de conocimiento, sino por falta de ética espiritual. Sabían la Ley, pero no la vivieron. El samaritano, considerado impuro por los estándares religiosos, cumplió el mandamiento del amor en plenitud.

Jesús, con esta parábola, expande el mandamiento de Levítico 19:18 hasta su máxima expresión:

  • Ya no se trata de amar solo al re'a (el cercano),
  • Ni solo al ger (el extranjero residente),
  • Sino incluso al enemigo, al desconocido, al herido que aparece en tu camino.

El amor cristiano no pregunta “¿Quién es mi prójimo?”, sino “¿Cómo puedo ser prójimo para el que sufre?”

Podemos definir la reciprocidad bíblica del término רֵעַ (reʿa) como:

Una relación ética y mutua entre personas que comparten responsabilidad, afecto, justicia y cuidado dentro de una comunidad.

No se trata solo de cercanía física o social, sino de una interacción activa, donde cada parte tiene el deber de responder al otro con verdad, compasión y respeto. En el pensamiento hebreo, esta reciprocidad es moral y espiritual, no simplemente emocional.

Características clave de esta reciprocidad:

  • Mutualidad de trato: El reʿa no es un extraño, sino alguien con quien se comparte vida, decisiones y consecuencias.
  • Responsabilidad compartida: Amar al prójimo implica corregirlo, protegerlo, no dañarlo ni aprovecharse de él.
  • Confianza ética: El vínculo entre reʿim se basa en la justicia, no en el interés.
  • Disponibilidad activa: El prójimo es alguien a quien puedes ayudar, y que también puede ayudarte.

 

Amar al reʿa implica reconocer su dignidad y corresponderle con justicia, verdad y misericordia.

Reʿa no es solo “otro”: es el otro con quien compartes humanidad, deberes y vínculos éticos.

Éxodo 20:16–17 — Respeto mutuo

“No darás falso testimonio contra tu prójimo (reʿa). No codiciarás la casa de tu prójimo…”

Aquí, reʿa es alguien con quien se comparte comunidad. El mandamiento presupone una relación de confianza que puede romperse si no hay reciprocidad.

(reʿa) implica reciprocidad en el hebreo bíblico. Se refiere a una relación mutua entre personas que comparten deberes, afecto o responsabilidad. Esta reciprocidad se evidencia en múltiples textos donde el trato hacia el reʿa exige respuesta ética, justicia y compasión.

El prójimo es con quien tenemos el deber de construir la confianza... Jeremías 9.4 “Guárdese cada uno de su prójimo (reʿa), y en ningún hermano tenga confianza…”

Aquí, la reciprocidad se ha roto. El texto denuncia que el vínculo entre reʿim ya no es confiable, lo que agrava el pecado social.

Proverbios 3:29 “No maquines el mal contra tu prójimo (reʿa), que habita confiado junto a ti.”

El reʿa vive cerca y confía. La traición rompe esa reciprocidad. El texto presupone una relación de respeto mutuo.

Zacarías 8:17 — Justicia entre prójimos

“No maquinen el mal en su corazón contra su prójimo (reʿa), ni amen el juramento falso…”

La justicia entre reʿim (plural) depende de la reciprocidad ética. El mandamiento exige integridad en la relación.

Levítico 19:17–18 — Corrección y amor mutuo

“No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; ciertamente reprenderás a tu prójimo (reʿa), y no cargarás pecado por él… Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

 El amor al reʿa incluye corregirlo con justicia. Esto implica una relación activa, donde ambas partes se afectan y se responsabilizan mutuamente.

La reciprocidad del reʿa es el fundamento del mandamiento del amor en la Biblia. No es un amor unilateral ni sentimental: Es una alianza moral entre seres humanos que se reconocen como responsables unos de otros.

La reciprocidad del reʿa implica no dañar, no mentir, no codiciar, no aprovecharse del otro, y también amarlo como a uno mismo (Levítico 19:18).

Esta reciprocidad no se basa en derechos individuales, sino en responsabilidades mutuas dentro de una comunidad sagrada.

¿Cómo se relaciona con los derechos humanos?

Similitudes:

  • Dignidad compartida: El mandamiento de amar al prójimo reconoce que el otro tiene valor igual al propio.
  • Protección contra el abuso: Textos como Éxodo 23:4–5 y Proverbios 3:29 prohíben dañar al prójimo, incluso si es enemigo.
  • Justicia comunitaria: Zacarías 8:17 exige no maquinar el mal contra el prójimo, lo que refleja una ética de convivencia.

Diferencias:

  • No es universal en origen: El reʿa bíblico comienza como un vínculo dentro del pueblo de Israel, no como derecho para toda la humanidad.
  • Basado en deberes, no en derechos: La Biblia habla más de lo que debes hacer por el otro, que de lo que el otro puede exigir.
  • Teocéntrico, no secular: La reciprocidad del reʿa se fundamenta en la obediencia a Dios, no en una carta de derechos civiles.

Jesús como puente hacia la universalidad

Jesús transforma el concepto de reʿa al incluir al enemigo, al extranjero, al herido en el camino. Con la parábola del buen samaritano (Lucas 10), el prójimo deja de ser definido por pertenencia y pasa a ser definido por necesidad

Después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial —el Holocausto, los campos de concentración, las bombas atómicas— el mundo se enfrentó a una pregunta urgente: ¿Cómo evitar que la humanidad vuelva a caer en semejante barbarie?

En 1946, la recién creada Organización de las Naciones Unidas encargó a un comité redactar una carta que protegiera los derechos fundamentales de todos los seres humanos.

Esto sí se acerca al espíritu de los derechos humanos:

Artículo 1 — Dignidad, libertad e igualdad

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.”

Este artículo establece la base ética de los derechos humanos:

·         Igualdad en dignidad → como en Levítico 19:18: “como a ti mismo”

·         Conciencia y razón → como en la revelación progresiva del amor en la Biblia

·         Fraternidad activa → como en la parábola del buen samaritano: acercarse al herido, sin importar su origen

Aunque la Biblia no usa el lenguaje de “derechos”, sí establece una ética que reconoce al otro como portador de valor, y Jesús lleva esa ética a su máxima expresión:

“Todo lo que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos.” (Mateo 7:12)

Conclusión

La reciprocidad del reʿa no es una doctrina de derechos humanos, pero es una semilla ética que los anticipa. En la Biblia, el prójimo es alguien a quien debes cuidar, corregir, proteger y amar. Jesús lleva esa semilla a su plenitud: todo ser humano es tu prójimo, y el amor es el derecho que nadie debe perder.

Cuando Jesús enseñó “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44) y redefinió al prójimo como todo ser humano en necesidad (Lucas 10:25–37), no solo amplió un mandamiento: plantó una revolución ética. Ya no se trataba de amar solo al cercano, al del mismo pueblo o religión. Se trataba de reconocer la dignidad del otro sin importar su origen, condición o conducta.

Este principio —que cada persona merece ser amada, cuidada y respetada— trasciende la religión y se convierte en fundamento moral universal. Y siglos después, cuando el mundo buscó una base común para la convivencia tras las guerras y los horrores del siglo XX, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) recogió esa semilla cristiana y la convirtió en norma global.

Influencia cristiana en la Carta de los Derechos Humanos

  • Artículo 1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…”
  • 🔹 Refleja la enseñanza de la biblia de que todos los seres humanos somos linaje de Dios , sin distinción.
  • Artículo 3: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.”
  • 🔹 En línea con el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo (Levítico 19:18, Mateo 22:39).
  • Artículo 18: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión…”
  • 🔹 Inspirado por la libertad espiritual que Jesús ofrecía a todos, incluso a los marginados.

Hechos 17:28–29 “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: ‘Porque linaje suyo somos’. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra…”

Pablo no está hablando solo a creyentes judíos o cristianos, sino a filósofos paganos.

Cita a poetas griegos (probablemente Arato o Cleantes) para afirmar una verdad universal:

🔹 Todos los seres humanos procedemos de Dios, vivimos en Él, y somos su linaje.

Esta afirmación trasciende la religión: es una declaración de dignidad ontológica.

🔹 No todos son hijos en el sentido redentor (como en Juan 1:12), pero todos somos linaje en el sentido de origen y pertenencia.

Muchos de los redactores de la Carta —como René Cassin, Charles Malik o Eleanor Roosevelteran profundamente influenciados por valores judeocristianos, y reconocían que la ética cristiana del amor, la compasión y la justicia era esencial para construir un mundo más humano.

Conclusión

Es una pena —y una oportunidad— que muchos cristianos desconozcan que el amor al prójimo no es solo una virtud personal, sino el corazón de una ética global. Jesús no fundó una religión cerrada: fundó una revolución moral que hoy sostiene los derechos de creyentes y no creyentes por igual.

Recordar esto no solo honra la fe, sino que reconecta el cristianismo con su vocación original: ser luz para el mundo, sal para la tierra, y abrazo para todo ser humano.

Implicación teológica

Este pasaje es clave para fundamentar que:

  • La imagen de Dios está en todos los seres humanos (Génesis 1:27).
  • La dignidad humana es universal, no exclusiva de los creyentes.
  • El amor al prójimo se basa en reconocer que todos somos de Dios, no solo los que comparten nuestra fe.