sábado, 20 de enero de 2024

Me manifestaré

 Me manifestaré 


Juan 14:21

El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré (Emfanízo) a él.

Esta semana cumplí 48 años que entregué mi vida a Jesucristo.

Hace casi 47 años unos jóvenes leían la biblia en la parroquia católica de Santa Ana y se toparon con este texto.

Un momento dijo una joven ¿Cuándo se nos manifestó a nosotros Jesucristo? Y discutieron entre ellos el asunto, finalmente preguntaron al cura quien le respondió que, en la eucaristía, en la misa.

No pareció convencerles y buscaron una manifestación más personal del Señor. Aquí es donde según mis datos comenzó “la Iglesia del monte” conocida en mi ciudad.

Emfanízo significa  “hacer visible, mostrar, revelar, manifestar”

Los grupos religiosos a veces se llenan de actividades religiosas, Felipe era uno de los 12 apóstoles de Jesús, era un activista de Jesús, hizo milagros en su nombre... pero no le conocía en la intimidad.

Veía lo que Jesús hacía, pero no veía a Jesús ¡Su gloria y calidad humana!... No le conocía como protagonista en su vida.

Juan 14:9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?

¿Qué pasó a Felipe? ¿Por qué no conoció a Jesús con claridad? El recibió poder y conocimiento para predicar, pero no conocía íntimamente a Jesús, hizo milagros y fue un protagonista en la misión de Jesús... Pero en la intimidad no practicaba ciertos silencios que le ayudarían a conocer mejor a Jesús.

Felipe era un hombre práctico, analítico y a veces pesimista. El nunca veía lo que Dios podía hacer sino lo que él podía encontrar y esto lo sacamos de las dos veces en los que el no guardó silencio de su propio protagonismo.

Juan 1:45 Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.

-No somos descubridores de Jesús es Él quien se nos manifiesta.

Juan 6:5-7 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.

-No es lo que te cuesta a ti, ni lo que tu puedes hacer sino lo que puede hacer el maestro.

Juan 14:8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

-Esta es una buena pregunta Felipe, pero mi respuesta te será desconcertante.

Juan 14:9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?

Jesús le reprocha a Felipe que no haya entendido su identidad y su misión, después de tanto tiempo de estar con él.



¿Ver para creer?

Una maestra quiso demostrar a sus niños de primaria que Dios es un mito.  La clase ocurrió así

MAESTRA:  Hoy vamos a aprender que Dios no existe. (Entonces, dirigiéndose a uno de los niños dice:) ¿Tito, ves el árbol allá afuera? 

TITO:  Si, maestra.

MAESTRA: ¿Tito, ves la hierba? 

TITO: Si, maestra.

MAESTRA: Vete afuera y mira hacía arriba y dime si ves el cielo. 

TITO:  (Regresando unos minutos más tarde) Si, vi el cielo, maestra.

MAESTRA: ¿Y vistes a Dios? 

TITO: No, maestra.

MAESTRA: Esto es exactamente mi punto. Podemos ver todo lo que existe, pero no podemos ver a Dios porque El no existe. Es un cuento. 

En ese momento, María, una compañera de Tito, pidió a la maestra si podría hacerle más preguntas a Tito. 

La maestra, algo sorprendida, accedió.

MARIA: ¿Tito, ves los árboles afuera? 

TITO: Si. 

MARIA: ¿ves la hierba? 

TITO: (ya aburrido de tantas preguntas, contesta)  Siiiiiiiii 

MARIA: ¿ves a la maestra? 

TITO: Siiiiii

MARIA: Todo lo que existe se ve, ¿cierto?

TITO: Siiii

MARIA: ¿ves el cerebro de la maestra? 

TITO: Noooo. 

MARIA: Entonces, Tito, según nos han enseñado hoy, ¡nuestra maestra no tiene cerebro! Los jóvenes de la Iglesia del monte tenían razón, una manifestación simbólica en el pan de la santa cena no es suficiente para transformar el alma de un pecador.

Manifestarse (Emfanízo) ES MUCHO MAS QUE SOLO VER ALGO... DENOTA UNA REALIDAD INCLUSO AUNQUE NO SE VEA DIRECTAMENTE.

La verdadera manifestación de Dios la hallaremos en la vida diaria.

Hay tres teologías y solo la tercera es la que habilita a los cristianos en este mundo:

1-La teología del desierto, (los enemigos son de dentro)

2-La teología de la guerra y el dominio, (los enemigos son externos)

3-La teología de la paz en la tierra prometida, (los enemigos ya fueron vencidos).

La teología de la paz y de llevarnos bien tiene la magia y la unción para cambiar el mundo.

(Emfanízo). Se traduce por “manifestarse”, “presentarse” o “dar a entender”, y se refiere a la acción de mostrar, revelar o declarar algo o alguien... COMO PUEDEN VER EN LOS SIGUIENTES TEXTOS.

Hebreos 9:24  Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse (Emfanízo) ahora por nosotros ante Dios;

Hebreos 11:14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender (Emfanízo) que buscan una patria;

 

Platón ya usaba (Emfanízo) en el sentido de explicar algo en forma más clara. Timeo 61c y el de hacer ver algo como en Jenofonte Ciro 8.1.26

Cualquier lector se dará cuenta al leer Juan 14:21 que aquí hay una promesa condicional.

Creo que cierto cristianismo religioso se equivoca cuando entienden que su fe descansa en una promesa incondicional.

Sí, hay una promesa condicional en este versículo. Jesús promete que el que lo ama será amado por el Padre, y que él también lo amará y se manifestará a él. Pero esta promesa no es para todos, sino solo para los que cumplen una condición: tener y guardar sus mandamientos.

 La única condición que Jesús pone para manifestarse a sus discípulos es el amor que se demuestra por la obediencia. El que tiene sus mandamientos, es decir, el que los conoce y los acepta; y el que los guarda, es decir, el que los practica y los cumple, ese es el que lo ama. Y el amor a Jesús implica el amor al Padre, y el ser amado por ambos. Así, la obediencia es la evidencia y el fruto del amor, y el amor es el requisito y el motivo de la obediencia.


Deuteronomio 6:1

El gran mandamiento

6 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla;

Los mandamientos, los estatutos y los decretos son diferentes tipos de normas que Dios le dio a su pueblo Israel por medio de Moisés.

Los mandamientos son los diez preceptos básicos que resumen la voluntad de Dios para la vida moral y religiosa de su pueblo.

Los estatutos son las leyes civiles y sociales que regulan la convivencia y la justicia entre los israelitas.

Los decretos son las normas ceremoniales y rituales que establecen el culto y la adoración a Dios.

Jesús apela solo a los mandamientos morales de Dios.

Juan 14:21  “y yo también lo amaré y me manifestaré a él”.

Esto es una promesa de intimidad. Esta intimidad se refiere a una relación personal y profunda entre Jesús y el que lo ama y obedece. Jesús quiere revelarle al creyente su persona, su voluntad y su gloria. Jesús quiere que el creyente experimente su amor, su presencia y su comunión. Jesús quiere que el creyente sea su amigo, su discípulo y su hijo. Esta intimidad no es para el mundo, que no conoce ni ama a Jesús, sino para los que le siguen y le sirven... ¡pero ojo Felipe se lo estaba perdiendo!

El argumentario de Felipe era absolutamente pragmático...

Juan 1:46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve (Jorao).

(Jorao) significa ver mas allá de lo que solo ven los ojos, estudiarle, reconocerle, verle como alguien muy especial.

Había cierta competencia en la gloria de Juan Bautista y la aparición de Jesús... y así entre nuestra luz, voz y gloria. Algo que vemos al leer el primer capítulo de Juan...

Juan 1:8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

Juan 1:14-15 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.

Juan 3:30 Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe (meioumai).

El término mengue en el griego es μειομαι (meioumai), que significa disminuir, es hacerse menos, perder fuerza o importancia

Nuestra luz propia, nuestra propia razón, nuestra propia gloria es necesario que mengüen para que la gloria de Cristo en nosotros sea mas perceptible.

1-Silencio de protagonismo.

Salmos 115:1No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros,

Sino a tu nombre da gloria,

Por tu misericordia, por tu verdad.

La gloria propia es el deseo de ser admirados, alabados y reconocidos por los demás, por nuestras cualidades, logros o posesiones. La gloria propia es una forma de orgullo, que nos hace creer que somos mejores que los demás y que no necesitamos de Dios. La gloria propia es una idolatría, que nos hace adorar y servir a la criatura en lugar del Creador.

La gloria de Dios, por el contrario, es el resplandor de su santidad, su belleza, su poder y su amor. La gloria de Dios es el propósito de su creación, su revelación y su salvación. La gloria de Dios es el motivo de nuestra adoración, nuestra gratitud y nuestra obediencia. La gloria de Dios es el destino de nuestra vida, nuestra transformación y nuestra esperanza.

Para ver la gloria de Dios, necesitamos renunciar a la gloria propia y humillarnos ante Él. Necesitamos reconocer que todo lo que somos y tenemos viene de Él y le pertenece. Necesitamos darle a Él toda la honra, la alabanza y la gloria. Necesitamos buscar su voluntad y no la nuestra. Necesitamos imitar a Jesús, que se despojó de su gloria y se hizo siervo, para glorificar al Padre y salvarnos a nosotros.

En general, se estima que, en una noche sin luna, en un lugar oscuro y despejado, se pueden observar alrededor de 2500 a 3000 estrellas a simple vista. En cambio, en una noche con luna llena, la cantidad se reduce considerablemente a menos de 200, debido al brillo de la luna que opaca a las estrellas más débiles.

En nuestra relación intima con Jesús no deberíamos de brillar mucho ni hablar tanto, para que no nos suceda lo que le ocurrió a Felipe (no intentes brillar ante el maestro de Galilea).

María la madre de Jesús aprendió a vivir en el silencio de protagonismo, recuerda cuando en las bodas de Caná de Galilea faltaba el vino, declaró su silencio de protagonismo a favor del protagonismo de Jesús.

Juan 2:5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.

-Deja que hable Jesús, deja que brille Jesús y declara tu silencio de protagonismo.

2-El silencio para preparar la oración.

Apocalipsis 8:1-2

El séptimo sello

8 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.

1-Cuando el cielo guarda silencio espiritualmente nos está mostrando algo de lo que Dios va a hacer o permitir.

 

El silencio de Apocalipsis 8:1 tiene una relación muy estrecha con la oración, ya que en ese momento se ofrece el incienso junto con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que está delante del trono de Dios (Ap. 8:3).

Apocalipsis 8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

2-Durante el silencio de Dios hay que intensificar la oración.

El humo del incienso, que simboliza las oraciones, sube a la presencia de Dios, lo que indica que él las escucha y las atiende (Ap. 8:4).

 

Apocalipsis 8:4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.

3-Durante el silencio de Dios y la oración de los santos, la actividad angélica se activa.

  • El ángel Miguel defendió a Daniel cuando oraba, y le reveló las visiones proféticas sobre el futuro de Israel y de la humanidad (Dn 10-12).
  • El ángel Gabriel anunció a la Virgen María que sería la Madre de Dios, y ella le respondió con el Magníficat, su canto de alabanza (Lc 1,26-56).
  • El ángel del Señor consoló a Jesús en el huerto de Getsemaní, cuando él oraba con angustia y sudor de sangre (Lc 22,43).

 

El silencio también puede ser una forma de respeto y reverencia ante la majestad y la santidad de Dios, que se dispone a juzgar al mundo con justicia. El silencio puede ser también una oportunidad para que los creyentes oren con fervor y humildad, pidiendo la misericordia y la protección de Dios ante los juicios que se avecinan.

 

Apocalipsis 8:5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.

 

El silencio puede ser también una preparación para escuchar la voz de Dios, que se manifestará con truenos, voces, relámpagos y un terremoto (Ap. 8:5).

Por lo tanto, el silencio de Apocalipsis 8:1 nos enseña que la oración es una parte esencial de la vida cristiana, especialmente en los tiempos difíciles y de tribulación. La oración nos permite comunicarnos con Dios, expresarle nuestra adoración, nuestra gratitud, nuestra confesión, nuestra petición y nuestra intercesión. La oración también nos permite recibir de Dios su guía, su consuelo, su fortaleza, su paz y su respuesta. La oración nos acerca a Dios y nos hace partícipes de su voluntad y de su obra.

 

EL SILENCIO DE DIOS

Cuenta una antigua leyenda noruega acerca de un hombre llamado Oliver, encargado de cuidar una ermita en la que había una cruz muy antigua, con una imagen de un Cristo crucificado, muy famosa y visitada por gran cantidad de devotos.

Un día el ermitaño Oliver se arrodilló ante la cruz y dijo: -Señor, quiero soportar y experimentar el dolor de estar en tu lugar, permíteme reemplazarte por un tiempo.
Jesús levanto su cabeza y con una voz envuelta de paz y con mucho amor, le dijo: –Amado hijo, voy a acceder a tus deseos, pero solo te pondré una condición.
–¿Cuál, Señor?, preguntó Oliver.
–Es una condición muy difícil, no sé si podrás cumplirla.
–Estoy dispuesto y deseo con todo mi corazón estar ahí para saber qué siente un hombre clavado en una cruz, siempre y cuando pueda contar con tu ayuda.

El Señor le contestó que, en primer lugar, podría contar con él, porque siempre estaría a su lado para cuando lo necesitara. En segundo lugar, le dijo que, a pesar de lo que suceda, viera o escuche, tenía terminantemente prohibido hablar, por más grave que fuera lo que escuche, debía permanecer en absoluto silencio. Oliver aceptó las condiciones y contestó: –Sí, Señor, ¡lo prometo!

En ese momento Jesús bajó de la cruz y Oliver tomó su lugar. Como la ermita estaba en penumbras, nadie advirtió el reemplazo. Los cientos de personas que entraban diariamente no se percataron de que Oliver había ocupado el sitio de Jesús. Por varios días todo funcionaba a la perfección, la gente agradecía por las bendiciones recibidas y pedían en oración por sus necesidades.

Un día, llegó un hombre adinerado, y al irse después de haber orado, dejó olvidada su billetera. Oliver lo notó, pero recordó la consigna de Jesús, por lo que no dijo nada. Al rato vino un hombre muy humilde, vio la billetera y se la guardó. Acto seguido se arrodilló ante la cruz para pedir una bendición. También aquí el ermitaño permaneció callado.

Luego que el hombre pobre se retiró, entró un joven -que no sabía nada de la billetera olvidada- y también se arrodilló para orar, ya que debía realizar un largo viaje.

En ese momento volvió a entrar el empresario en busca de su billetera. Al no encontrarla, pensó que el muchacho se la había apropiado. Este se dirigió al joven y le dijo:

–¡Dame la billetera que me has robado!
El joven, sorprendido, replicó: –¡No he robado nada!
–¡No mientas, devuélvemela, sé que la tienes entre tus ropas!
–¡Le repito que no he tomado ninguna billetera!, afirmó el joven. Sin embargo, éste arremetió furioso contra él, pero antes de golpearlo, se escuchó una potente voz, que dijo: –¡Detente!

El hombre miró hacia la cruz y vio que el supuesto Jesús le hablaba. Oliver, que no pudo permanecer en silencio, defendió al joven e increpó al empresario por la falsa acusación. Sin entender lo que sucedía, quedando asombrado por la situación, el empresario salió de la ermita y se fue sin emitir palabra alguna. El joven también salió de prisa para emprender su viaje.

Cuando la ermita se quedó a solas, Jesús se dirigió a su siervo y le dijo: –Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto, no has sabido guardar el silencio que te pedí.
–Señor, dijo Oliver, ¿cómo iba a permitir esa injusticia?

El Señor, le dijo: –Tú no sabías que al rico le convenía perder la billetera, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una mujer muy joven. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo. En cuanto a los golpes que iba a recibir injustamente el joven, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. En este momento acaba de hundirse el barco y él ha perdido la vida. Como bien sabes, yo conozco a la perfección el destino de cada uno de los habitantes de este mundo, pero ningún ser humano puede saber lo que va a pasar dentro de cinco minutos.

Oliver agradeció Sus palabras y se fue muy triste, entendiendo que los propósitos de Dios son totalmente contrarios a los nuestros.

Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué razón Dios no nos contesta? ¿Por qué se queda callado? Es sencillo, Su silencio nos ayuda a fortalecer nuestra fe y a madurar espiritualmente. No trates de interferir, como Oliver, en sus caminos, ya que los de Él son muy diferentes a los nuestros.

"Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa de los que prosperan ni por los que hacen planes malvados. No des lugar al enojo ni te dejes llevar por la ira; eso es lo peor que puedes hacer. Los malvados serán destruidos, pero los que esperan en Dios recibirán la tierra prometida". Salmos 37:7-9

A veces Dios calla porque no es como nosotros el tiene sus tiempos para hablar...

Salmos 50:21Estas cosas hiciste, y yo he callado;

Pensabas que de cierto sería yo como tú;

Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos.

Los profetas respetaban la soberanía de Dios en responder a las diversas situaciones.

Isaías 64:12 ¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera?

Aun los profetas no entendían los tiempos de Dios y su tardanza supuesta en actuar...

Habacuc 1:13 Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él,

Hay un silencio negativo que se funda en el miedo y en no querer oír a Dios.

Hebreos 12:19 al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,

Uno de esos silencios negativos es el silencio del miedo, que nos impide hablar con Dios, confiar en él y obedecerle. El miedo nos hace dudar de su bondad, su poder y su fidelidad. El miedo nos hace callar ante las injusticias, las tentaciones y las dificultades. El miedo nos hace esconder de Dios, como lo hicieron Adán y Eva después de pecar

Otro silencio negativo es el silencio de la indiferencia, que nos hace ignorar a Dios, sus mandamientos y sus obras. La indiferencia nos hace vivir como si Dios no existiera, o como si no nos importara lo que él piensa, siente y espera de nosotros. La indiferencia nos hace apáticos, egoístas y superficiales. La indiferencia nos hace sordos a la voz de Dios, que nos llama a amarle y a amar al prójimo.

Estos silencios negativos se pueden superar con la ayuda de la gracia de Dios, que nos invita a romper el silencio y a acercarnos a él con fe, esperanza y amor. Dios nos habla a través de su Palabra, de su Espíritu, de su Iglesia y de su creación. Dios nos escucha cuando le oramos, le alabamos, le agradecemos y le pedimos perdón. Dios nos ama con un amor eterno, incondicional e infinito. Dios quiere que le conozcamos, que le sigamos y que le glorifiquemos.