INTEGRIDAD
Y SEGURIDAD
Hay dos conceptos en la biblia
que a veces batallan en nuestras vidas como creyentes, cuando en realidad si
nos falta alguno de ellos estamos perdidos.
Para algunas personas pueden pensar
que alguien herido que llora no puede ser íntegro por varios motivos, como los
siguientes:
1-Porque tienen una idea equivocada
de lo que significa ser íntegro, y lo asocian con ser duro, fuerte, inmutable o
invulnerable. Estas personas pueden creer que la integridad se demuestra
ocultando o negando las emociones, y que llorar es una señal de debilidad,
fragilidad, inestabilidad o hipocresía.
2-Porque tienen una actitud de
indiferencia, desprecio o rechazo hacia el sufrimiento ajeno, y lo consideran
como algo molesto, innecesario o injustificado. Estas personas pueden creer que
la integridad se demuestra superando o ignorando las dificultades, y que llorar
es una forma de llamar la atención, de manipular o de victimizarse.
3-Porque tienen una experiencia de
dolor, trauma o abuso que les ha impedido expresar o gestionar sus propias
emociones, y las han reprimido o bloqueado.
Estas personas pueden creer que la integridad se
demuestra resistiendo o escapando de la realidad, y que llorar es una amenaza,
un riesgo o una pérdida de control.
Estos motivos pueden estar
influidos por factores culturales, sociales, familiares o personales, que
condicionan la forma de entender y de vivir la integridad y el llanto. Sin
embargo, estos motivos no son válidos ni universales, y pueden ser cuestionados
y cambiados.
La integridad y el llanto no son
incompatibles, sino complementarios. Ser íntegro no significa ser perfecto,
sino ser auténtico. Llorar no significa ser débil, sino ser sensible. Alguien
herido que llora puede ser íntegro, porque reconoce y expresa lo que siente,
porque busca y acepta ayuda, porque se cuida y se respeta, y porque se esfuerza
y se mejora.
Tal vez la culpa, si sea un
verdadero daño que puede limitar la capacidad de la gente integra y honesta.
Pero de eso hablaremos otro día.
La integridad es la cualidad de ser honesto, recto y fiel
a Dios y a sus principios. Implica ser completo, entero y sin defecto en
nuestra conducta y en nuestro corazón. La integridad nos hace agradables a Dios
y nos permite recibir sus bendiciones.
La palabra integridad viene del
latín integritas, que significa totalidad,
robustez, honestidad y rectitud. Se deriva del adjetivo integer, que significa intacto, entero, no
tocado o no alcanzado por un mal. El adjetivo se compone del prefijo in-, que niega, y la
raíz del verbo tangere, que significa tocar o alcanzar. La integridad expresa la idea de una pureza o una
perfección que no ha sido afectada o contaminada por nada.
El concepto latino y occidental no es exactamente igual que el concepto biblico. Un animal para el sacrificio era integro cuando no tenia faltas de consideracion (patas, ojos, oidos, enfermedades etc)... este concepto para un ser humano pasa al nivel moral y etico.
La seguridad es la confianza,
la protección y la paz que Dios ofrece a sus hijos. Implica depender de Dios y
de sus promesas, y no de nuestras propias fuerzas o circunstancias. La
seguridad nos hace tranquilos, valientes y esperanzados.
La integridad es una cualidad que el
creyente debe cultivar (trabajar toda su vida), pero no es una
garantía de que obtendrá la seguridad.
La seguridad es (un regalo que Dios)
ofrece, pero no es una condición para que el creyente sea
íntegro. La integridad y la seguridad son dos aspectos de la vida cristiana que
se complementan, pero no se dependen.
Esta mañana en
mis sueños alguien me explicaba usando la biblia estos dos conceptos y me decía
literalmente si intentas conquistar tu seguridad a toda costa entonces perderás
las dos cosas (tu seguridad y también tu integridad) pero si priorizas tu
Integridad incluso afectando temporalmente a tu seguridad, conquistaras las
dos.
La Ciencia, la Fortuna, la Resignación y la Integridad.
Se dice que cierto día salieron a pasear juntas la Ciencia, la Fortuna, la Resignación y la Integridad.
Mientras caminaban dijo la Ciencia:
Amigas mías,
pudiera darse el caso de que nos separáramos unas de otras y sería bueno
determinar un lugar donde pudiéramos encontrarnos de nuevo.
A mí, podréis
encontrarme siempre en la biblioteca de aquel sabio Dr. X, a quien, como
sabéis, siempre acompaño.
En cuanto a mí expresó la Fortuna - me hallaréis en casa de ese millonario cuyo
palacio está en el centro de la ciudad.
La Resignación dijo por su parte:
A mí podréis
encontrarme en la pobre y triste choza de aquel buen viejecillo a quien con
tanta frecuencia veo y que tanto ha sufrido en la vida.
Como la Integridad permanecía callada, sus compañeras le preguntaron:
Y a ti, ¿dónde te encontraremos?
La Integridad, bajando tristemente la cabeza, respondió:
- A mí, quien una vez me pierde jamás vuelve a encontrarme.
"Quien pierde su integridad y su honradez lo ha perdido todo".
Hombres de valor
¿Es tan importante guardar nuestra integridad?
Los ejemplos de
quienes no lo hicieron son muy dramáticos:
1-Judas
Un caso que se
me ocurre es el de Judas Iscariote, el discípulo que traicionó a Jesús. Judas
careció de integridad al vender a su Maestro por treinta monedas de plata, y al
entregarlo a sus enemigos con un beso. Judas buscaba su seguridad al aliarse
con los líderes religiosos que querían matar a Jesús, pero al final se
arrepintió de su traición y se quitó la vida. Su falta de integridad le costó
su seguridad, su salvación y su alma.
La historia de Judas Iscariote nos enseña que la integridad es más
importante que la seguridad, porque implica ser leal, sincero y fiel a Dios y a
sus propósitos. La seguridad que se basa en la traición, la avaricia o el miedo
es una seguridad falsa, que no puede dar paz ni felicidad. La verdadera
seguridad viene de seguir a Jesús, y de confiar en su amor y en su gracia.
2-Ananias y Zafira.
Ananías y
Safira eran una pareja que formaba parte de la primera comunidad cristiana en
Jerusalén. Esta comunidad se caracterizaba por compartir todos sus bienes, y
por ponerlos a disposición de los apóstoles, que los distribuían según las
necesidades de cada uno. Así, nadie entre ellos sufría escasez ni pobreza.
Ananías y Safira vendieron una propiedad que tenían, y decidieron
ofrecer parte del dinero a los apóstoles, como una muestra de generosidad y de
compromiso con la causa cristiana. Sin embargo, en lugar de dar todo el dinero
que habían recibido, se quedaron con una parte, y mintieron sobre el precio de
la venta. Querían aparentar que eran más generosos de lo que en realidad eran,
y así obtener el reconocimiento y la admiración de los demás.
Pero su mentira no pasó desapercibida para Dios, ni para el apóstol
Pedro, que tenía el don de discernir los espíritus. Pedro les reprochó su
engaño, y les dijo que no habían mentido a los hombres, sino a Dios. Les
recordó que la propiedad era suya, y que podían haber hecho con ella lo que
quisieran, pero que al mentir sobre el dinero, habían tentado al Espíritu
Santo, y habían puesto a prueba la fidelidad de Dios.
Al oír estas palabras, Ananías y Safira cayeron muertos, uno tras
otro, y fueron sepultados por los jóvenes de la comunidad. Su muerte causó un
gran temor entre todos los que se enteraron, y sirvió como una advertencia para
los que intentaban engañar a Dios o a su pueblo.
La historia de Ananías y Safira nos enseña que la integridad es más
importante que la seguridad, porque implica ser sincero, coherente y fiel a
Dios y a sus principios. La seguridad que se basa en la mentira, la hipocresía
o la codicia es una seguridad falsa, que no puede resistir el juicio de Dios,
ni el testimonio de nuestra conciencia. La verdadera seguridad viene de confiar
en Dios, y de obedecer su voluntad, aunque eso implique renunciar a nuestros
intereses o a nuestra comodidad.
Aunque otros casos
quedaron mejor eso fue porque luego fueron formados por Dios mismo en muy duras
experiencias y aprendizaje.
3- La historia de Jacob y
Esaú.
Jacob era el hijo menor de Isaac, pero engañó a su padre y a su
hermano mayor Esaú para obtener la bendición y la primogenitura que no le
correspondían. Jacob careció de integridad al mentir y aprovecharse de la
debilidad de su padre y de la ingenuidad de su hermano. Su falta de integridad
le costó su seguridad, pues tuvo que huir de la ira de Esaú, y vivir como
extranjero y como siervo de su tío Labán. Aunque Dios lo bendijo y lo protegió, Jacob tuvo que enfrentarse a muchas
dificultades y conflictos, y solo pudo reconciliarse con Esaú después de muchos
años
4-La historia de Acán.
Acán era un
israelita que participó en la conquista de Jericó, la primera ciudad que cayó
ante el pueblo de Dios en la tierra prometida. Dios había ordenado que todo lo
que había en la ciudad fuera destruido, y que nada fuera tomado como botín. Sin
embargo, Acán desobedeció y se quedó con un manto babilónico, doscientos siclos
de plata y una barra de oro. Acán careció de integridad al desobedecer a Dios y
al ocultar su pecado. Su falta de integridad le costó su seguridad, pues
provocó la ira de Dios y la derrota de Israel ante los hombres de Hai. Acán fue descubierto y apedreado junto con su familia y sus posesiones.
5-La historia de Pedro.
Pedro era uno de los discípulos más
cercanos a Jesús, y el que le confesó como el Cristo, el Hijo de Dios. Sin
embargo, cuando Jesús fue arrestado y llevado ante el sumo sacerdote, Pedro lo
negó tres veces, tal como Jesús le había predicho. Pedro careció de integridad
al renegar de su Maestro y de su fe, por miedo a las consecuencias. Su falta de
integridad le costó su seguridad, pues se sintió culpable y triste, y pensó que
había fallado a Jesús. Sin embargo, Jesús lo perdonó y lo restauró, y le dio la
misión de apacentar sus ovejas .
6-Integridad en el matrimonio y la familia.
La mayoría de
los problemas diarios apelan a nuestra integridad, por ejemplo, en 1 Corintios
7 se nos habla de matrimonios mixtos, separaciones en busca de la paz, no
separaciones en busca de la santificación, pureza, manteniéndola sin caer en la
tentación, vivir fuera de fornicación (porneia) Pablo
no propone una seguridad basada en el conformismo, el legalismo o el egoísmo,
sino una seguridad basada en la fidelidad, la pureza, el amor y la paz.
Este tipo de vida integra en tus relaciones del día a día nos forma, en esto no
es suficiente la información, sino que se requiere formación e integridad.
No es mi tema hoy ( pero seguro
que alguno de mis oyentes o lectores necesita plantearse ser integro-a en lo
que enseña 1 Corintios 7) y tomar decisiones al respecto.
EL HACHA DEL LEÑADOR
Había una vez
un leñador que vivía en una pequeña aldea. Todos los días salía al bosque a
cortar leña, que luego vendía en el mercado. Era un hombre pobre, pero feliz y
contento con lo que tenía.
Un día, mientras cortaba un árbol, se le cayó el hacha al río. El
leñador se asomó al agua, pero no pudo ver su hacha. Se puso muy triste, porque
era su único medio de trabajo y no tenía dinero para comprar otra.
Entonces, se arrodilló en la orilla y empezó a orar: “Oh, Dios, por
favor, ayúdame a recuperar mi hacha. Sin ella no podré ganarme el pan para mí y
mi familia. Te lo ruego, ten piedad de mí”.
De repente, vio salir del agua a un hombre hermoso, vestido de
blanco, que le dijo: “Soy Dios, y he oído tu oración. Quiero ayudarte, pero
necesito que me digas la verdad. ¿Es esta tu hacha?”.
Y le mostró un hacha de oro, que brillaba como el sol. El leñador se
quedó maravillado ante la belleza del hacha, pero no se dejó tentar por ella.
Sabía que no era suya, y que no le correspondía.
Así que le dijo a Dios del río: “No, esa no es mi hacha. Mi hacha
era de hierro, y no tenía ningún valor. Pero era mía, y la necesitaba para
trabajar”.
Y Dios sonrió y le dijo: “Has dicho la verdad, y eso te honra. Eres
un hombre íntegro y honesto, y mereces una recompensa. Te devolveré tu hacha,
pero también te daré esta hacha de oro, como regalo por tu virtud. Puedes
quedarte con las dos, y usarlas como quieras”.
Y le entregó las dos hachas al leñador, que no podía creer lo que
estaba pasando. Le dio las gracias a Dios, y se fue a su casa, feliz y
agradecido.
Cuando llegó a su aldea, todos se sorprendieron al ver el hacha de
oro que llevaba. Le preguntaron de dónde la había sacado, y él les contó lo que
le había pasado. Todos lo felicitaron por su suerte, y algunos sintieron
envidia de él.
Uno de ellos fue otro leñador, que era muy codicioso y mentiroso. Al
oír la historia, pensó: “Si yo hiciera lo mismo, podría conseguir un hacha de
oro, y sería rico y poderoso. Voy a probarlo”.
Y al día siguiente, se fue al bosque con su hacha, y la tiró al río.
Luego se puso a llorar y a orar, como había hecho el otro leñador. “Oh, Dios,
por favor, ayúdame a recuperar mi hacha. Sin ella no podré ganarme el pan para
mí y mi familia. Te lo ruego, ten piedad de mí”.
Entonces, apareció Dios, y le dijo: “Soy Dios, y he oído tu oración.
Quiero ayudarte, pero necesito que me digas la verdad. ¿Es esta tu hacha?”.
Y le mostró un hacha de hierro, igual a la que había tirado. El
leñador codicioso pensó: “Si digo que sí, solo me devolverá esta hacha, y no
conseguiré la de oro. Tengo que mentir, para que me dé la otra”.
Así que le dijo a Dios: “No, esa no es mi hacha. Mi hacha era de
oro, y valía una fortuna. Pero la perdí en el río, y no sé cómo recuperarla”.
Y Dios frunció el ceño y le dijo: “Has dicho una mentira, y eso te
condena. Eres un hombre falso y deshonesto, y no mereces ninguna ayuda. No te
devolveré tu hacha, ni te daré la de oro. Te quedarás sin nada, y aprenderás la
lección”.
Y desapareció, dejando al leñador sin hacha y sin esperanza. El
leñador se arrepintió de su engaño, pero ya era tarde. Se dio cuenta
de que había perdido su seguridad por no cuidar su integridad, y se fue a su
casa, triste y avergonzado.
Moraleja: La integridad es más valiosa que el oro, y la seguridad se
basa en la verdad. No sacrifiques tu integridad por tu seguridad, porque al
final perderás las dos.
La Biblia nos
muestra que hay casos en que la integridad y la seguridad van juntas, como en
los ejemplos de Daniel, Moisés y David.
Curiosamente los tres
personajes bíblicos mas maltratados por su entorno más cercano.
Esto significa que se
puede estar muy herido pero a la vez muy bien formado en el corazón, esto es
integridad.
1-Daniel 6:
Daniel
6:3-5
3 Pero
Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él
un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. 4 Entonces los
gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado
al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y
ningún vicio ni falta fue hallado en él. 5 Entonces
dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para
acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.
- Daniel era un
hombre íntegro que servía al rey Darío con excelencia. Sin embargo,
algunos funcionarios envidiosos tramaron un plan para eliminarlo, y
lograron que el rey firmara un decreto que prohibía adorar a cualquier
otro dios que no fuera el rey. Daniel, sin embargo, no dejó de orar a su
Dios tres veces al día, y fue descubierto y acusado. El rey, a pesar de
apreciar a Daniel, no pudo revocar el decreto y tuvo que ordenar que lo
echaran al foso de los leones. Pero Dios envió a su ángel y cerró la boca
de los leones, y Daniel salió ileso del foso. El rey reconoció el poder de
Dios y castigó a los que habían conspirado contra Daniel.
- 2-DAVID 1 Samuel 24:
1 Samuel 24:7-11
7 Así
reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen
contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.
8 También David se levantó
después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi señor
el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra, e
hizo reverencia. 9 Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras
de los que dicen: Mira que David procura tu mal? 10 He
aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la
cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé
mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová. 11 Y
mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la
orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición
en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida
para quitármela.
- David era el
ungido de Dios para ser el rey de Israel, pero antes tuvo que soportar la
persecución de Saúl, el rey actual, que lo veía como una amenaza. David
tuvo varias oportunidades de matar a Saúl, pero no lo hizo, porque
respetaba la autoridad que Dios le había dado. En una ocasión, David se
encontró con Saúl en una cueva, donde este había entrado a hacer sus
necesidades. David se acercó sigilosamente y le cortó un pedazo de su
manto, pero no lo atacó. Luego, le mostró el pedazo de tela y le dijo que
podía haberlo matado, pero que no quiso hacerlo, porque no quería levantar
su mano contra el ungido de Dios. Saúl reconoció su error y bendijo a
David, y le pidió que no exterminara a su descendencia cuando fuera rey.
- 3-MOISÉS Hebreos 11:23-29:
Hebreos 11:23-29
23 Por la
fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres
meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. 24 Por
la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo
antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites
temporales del pecado, 26 teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la
mirada en el galardón. 27 Por la fe dejó a Egipto, no
temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. 28 Por
la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a
los primogénitos no los tocase a ellos.
·
29 Por la
fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo
mismo, fueron ahogados.
Este pasaje nos habla de la fe y la integridad de Moisés, el líder de Israel. Moisés nació en una época en que el faraón había ordenado matar a todos los niños hebreos. Sus padres lo escondieron y lo pusieron en una canasta en el río Nilo, donde fue encontrado por la hija del faraón y adoptado por ella. Moisés creció en el palacio, pero no se olvidó de su pueblo. Un día, al ver cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, lo mató y tuvo que huir al desierto. Allí, Dios le habló desde una zarza ardiente y le encomendó la misión de liberar a su pueblo de la esclavitud. Moisés obedeció a Dios y se enfrentó al faraón, realizando señales y prodigios. Dios abrió el mar Rojo para que los israelitas pasaran, y lo cerró sobre los egipcios que los perseguían. Moisés guió al pueblo por el desierto, recibió la ley de Dios y le transmitió sus mandamientos.
Samuel Hernández Feat Rene González-Pronto acaba este proceso (Nueva Versión)
¡Si yo no puedo enseñar integridad
del corazón , entonces no tengo nada que enseñar a otro!
La información es el
conjunto de datos, hechos o conocimientos que se pueden comunicar o recibir. La
formación es el proceso de adquirir, desarrollar o
mejorar las habilidades, competencias o actitudes necesarias para un
determinado ámbito o actividad.
La formación
de Daniel, Moisés y David fue diferente, pero en todos los casos se puede ver
la mano de Dios guiándolos y preparándolos para su propósito.
- Daniel
fue formado
en la corte de Babilonia, donde fue llevado como
cautivo junto con otros jóvenes de la realeza y la nobleza de Judá. Allí
recibió una educación en la lengua, la literatura y la ciencia de los
caldeos, y demostró ser superior a todos los demás en sabiduría y
entendimiento. Sin embargo, Daniel no se dejó contaminar por la idolatría
y la impureza de Babilonia, sino que se mantuvo fiel a su Dios y a su ley.
Dios le dio el don de interpretar sueños y visiones, y lo usó para revelar
su plan para las naciones y los tiempos. Daniel fue un hombre de oración, de integridad y de valor, que
sirvió a varios reyes y que influyó en la historia de su pueblo.
- Moisés fue formado
en dos etapas: la primera, en el palacio del faraón, donde fue adoptado
por la hija de este y educado como un príncipe de Egipto. Allí aprendió todo el
conocimiento y la cultura de los egipcios, y se destacó por su
inteligencia y su liderazgo. La segunda, en el desierto de
Madián, donde huyó después de matar a un egipcio que maltrataba a un
hebreo. Allí vivió como un pastor, y se casó con Séfora, la hija de Jetro,
el sacerdote de Madián. En el desierto, Dios le habló desde una
zarza ardiente y lo llamó a liberar a su pueblo de la esclavitud. Moisés
fue un hombre de fe, de humildad y de obediencia, que habló cara a cara
con Dios y que transmitió su ley y su voluntad al pueblo de Israel3 .
- David fue
formado
en el campo, donde cuidaba de las ovejas de su padre Isaí. Allí desarrolló sus
habilidades como pastor, músico y guerrero, y también su confianza en
Dios, a quien alababa con sus salmos. Dios lo escogió para ser el rey de
Israel, y lo ungió por medio del profeta Samuel, cuando aún era un joven.
David se enfrentó al gigante Goliat y lo venció con una honda y una
piedra, demostrando su valor y su fe. David fue un hombre
conforme al corazón de Dios, que amó y sirvió a su pueblo, que reconoció y
se arrepintió de sus pecados, y que recibió la promesa de que su trono
sería establecido para siempre .
La formación se relaciona con un
corazón integro pero la información de cada uno puede variar según las
circunstancia y los tiempos y el lugar donde vivimos.
- Proverbios
10:9: El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus
caminos será quebrantado.
Cuando alguien esta
estresado en su trabajo, tiende a relajar su necesidad de integridad y a
olvidarse de su formación. Esto sucede porque las tentaciones con respecto a
la hipocresía, la mentira, la corrupción, el fraude o el engaño son muchas: El valor de la integridad se destaca
precisamente allí, pues el paso del tiempo acaba premiando a los que actuaron
en forma recta y condenando a los que no lo hicieron, al menos a la hora de
tener que convivir con su propia conciencia.
El
contratista se sintió un poco molesto porque su carpintero bueno y
experimentado dejaba el trabajo, pero le pidió al carpintero que le construyera
una casa más.
El
carpintero estuvo de acuerdo con el contratista, pero su corazón no estaba en
su trabajo como solía estar. Recurrió a mano de obra de mala calidad y utilizó
materiales inferiores para construir la última casa de su carrera. Fue una
forma desafortunada de poner fin al prestigio que con muchos años y esfuerzo
había ganado. Cuando el carpintero terminó la casa y el empleador vino a
inspeccionarla.
Miró
alrededor de la casa y justo antes de salir le entregó la llave de la puerta
principal al carpintero. «Esta es tu casa», dijo, «mi
regalo para ti».
Esto
fue una gran sorpresa para el carpintero. Aunque se suponía que iba a ser
una buena sorpresa, no se sentía bien ya que sentía una profunda vergüenza
dentro de él. Si solo hubiera sabido que estaba construyendo su propia
casa, lo habría hecho todo de manera diferente. Ahora tenía que vivir en
una casa que no estaba tan bien construida.
Esta historia nos brinda una gran enseñanza sobre la integridad. Dios
quiere que demos lo mejor de nosotros. La Biblia dice: «Todo lo que hagan, háganlo de buena gana, como si estuvieran sirviendo al
Señor Jesucristo y no a la gente», (Colosenses 3:23).
Dios va a sorprender con innumerables bendiciones a todos aquellos que
guarden sus mandamientos atesorados en sus corazones y los pongan en práctica
para agradarle. Seguir los principios bíblicos, le hará disfrutar de toda
la bondad que Dios ha querido para su vida.
«Y como queréis que hagan los hombres con vosotros,
así también haced vosotros con ellos», Lucas 6:31.
«No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo
lo que el hombre sembrare, eso también segará», Gálatas 6:7.
La seguridad que
se basa en la mentira, la hipocresía o la codicia es una seguridad falsa, que
no puede resistir el juicio de Dios, ni el testimonio de nuestra conciencia. La
verdadera seguridad viene de confiar en Dios, y de obedecer su voluntad, aunque
eso implique renunciar a nuestros intereses o a nuestra comodidad. El
término hebreo Tamé (תָּמֵא) significa
“impuro” o “inmundo”,
y se usa para referirse a lo que está contaminado, manchado o corrompido, ya
sea física, moral o ritualmente. Tamé es lo opuesto a
Tahor (טָהוֹר), que significa “puro” o “limpio”.
El término hebreo TAMÍN (תָּמִים) significa “íntegro”,
“perfecto”, “completo”
o “sin defecto”, y se usa para referirse a lo
que está entero, sano, puro o irreprochable.
En la biblia se usa para los
animales que deben ser sin defectos relevantes (tamín) debían de ser completos.
(Lev 1:3, 3:1, 4:3, 19:19-21) y Jesús pidió eso de cada uno de sus discipulos (Mateo 5:48) Para Jesús la perfección es la santidad (Leviticos
19:2).
- Deuteronomio 32:4: “El es la
Roca, cuya obra es perfecta TAMÍN, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de
verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto”.
- Salmos
18:30: “En cuanto a Dios, perfecto TAMÍN es su camino, y
acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él
esperan”.
- Salmos
19:7: “La ley de Jehová es perfecta TAMÍN, que convierte el alma;
el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo”.
- Salmos
119:137: “Justo eres tú, oh Jehová, y rectos TAMÍN tus juicios”.
En esta vida todos vamos a
morir, así que no hay seguridad que podamos conquistar para nosotros y los
nuestros, aquí debemos de conquistar nuestra integridad y solo así Dios nos
traerá de vuelta puros, limpios y seguros en el mundo del mañana, por esto
nunca antepongas tu seguridad temporal a tu conquista de integridad para
agradar a Dios.